PAÍS DE SABIOS
El beneficio de permanecer largas horas en espera para una cita en EsSalud invita al placentero ejercicio de recorrer los pasillos de sus hospitales.
Una primera etapa del aburrimiento se quita con el buen ejercicio cardiovascular, que en el argot criollo se define como “estirar las piernas”, recomendada por terapeutas y galenos, actividad que también permite evitar el frío provocado por la ausencia de aires acondicionados y el uso indiscriminado de ventiladores entre módulos de atención y consultorios, enseñando al paciente a soportar el frío tras el frío, para meditar sobre lo pasajero de la vida, tal vez y pensar que otros tienen menos que nosotros.
Tras tanto ejercicio cardiovascular, el paciente-caminante, un poco harto de los ejercicios, de ver otros enfermos con casos más graves que el suyo y de aburrirse del paisaje de hombres y mujeres de blanco, empieza a tomarle interés a todo lo que esté escrito a su alrededor.
La palabra impresa abunda, se derrama en pasillos y puertas de consultorios, si Ud. presta atención. Desde la trivial “Prohibido fumar” y demás negaciones similares, hasta otras de pensamiento más profundo.
Una nos llama la atención y presta a una reflexión sobre el país y sus ciudadanos:
“Sabía usted que: El hombre ignorante, GRITA; el hombre inteligente OPINA; el hombre sabio, ESCUCHA. Y ahora escoja qué tipo de hombre es usted”.
Pero la auxiliar llama, y dejamos a otro paciente-caminante-mirón, el placer de responder, de cercenarse la cabeza pensando una respuesta adecuada.
Una primera etapa del aburrimiento se quita con el buen ejercicio cardiovascular, que en el argot criollo se define como “estirar las piernas”, recomendada por terapeutas y galenos, actividad que también permite evitar el frío provocado por la ausencia de aires acondicionados y el uso indiscriminado de ventiladores entre módulos de atención y consultorios, enseñando al paciente a soportar el frío tras el frío, para meditar sobre lo pasajero de la vida, tal vez y pensar que otros tienen menos que nosotros.
Tras tanto ejercicio cardiovascular, el paciente-caminante, un poco harto de los ejercicios, de ver otros enfermos con casos más graves que el suyo y de aburrirse del paisaje de hombres y mujeres de blanco, empieza a tomarle interés a todo lo que esté escrito a su alrededor.
La palabra impresa abunda, se derrama en pasillos y puertas de consultorios, si Ud. presta atención. Desde la trivial “Prohibido fumar” y demás negaciones similares, hasta otras de pensamiento más profundo.
Una nos llama la atención y presta a una reflexión sobre el país y sus ciudadanos:
“Sabía usted que: El hombre ignorante, GRITA; el hombre inteligente OPINA; el hombre sabio, ESCUCHA. Y ahora escoja qué tipo de hombre es usted”.
Pero la auxiliar llama, y dejamos a otro paciente-caminante-mirón, el placer de responder, de cercenarse la cabeza pensando una respuesta adecuada.