Gastronomía en escena
La Cocina es una obra dramatúrgica escrita en Londres durante la posguerra. Acaba de ser adaptada a la realidad y los sabores peruanos. Este espacio al interior de un restaurante, sirve para analizar a nuestra sociedad. (Publicado el 29 de febrero de 2012 en el diario oficial El Peruano).
Cocineros y meseras. Directora Gisela Cárdenas rodeada de algunos actores del elenco. |
Texto y fotos: José Vadillo Vila
El calor y la adrenalina que se viven en el interior de la
cocina del Tivoli, un restaurante de lujo limeño, donde moran esos artistas de
los sabores llamados chefs, se convierte en un pequeño laboratorio para
apreciar las interrelaciones de los sujetos en la sociedad peruana. Es lo que
nos presenta La cocina.
"Estas partes positivas, como el boom de la gastronomía
peruana, que nos encanta, también que nos sirva para mirar esas partes no tan
positivas que tenemos; y que merecen ser cuestionadas con honestidad, humildad
y el poder de conversar", comenta Gisela Cárdenas, directora de la puesta escénica.
Sabores locales
Se trata de una puesta escénica "coreográfica", a
cargo de 16 actores, que han resumido la esencia de los 32 personajes que
representaban el universo inicial de La cocina (1957), obra creada por el
dramaturgo británico Arnold Wesker tras la Segunda Guerra Mundial.
Reflejaba entonces la llegada de trabajadores migrantes a un
Londres aún gris. En la versión de Cárdenas, los cocineros son un menjunje de
costa, sierra y selva, de niveles socioeconómicos bajos, medios y altos. Ahora, refleja las diversas identidades del Perú.
Este montaje de La cocina es un espejo de nuestra sociedad,
ciñéndose a la propuesta de la directora. En los altos está la oficina de
Alfredo, quien domina todo este mundo donde se trabaja 12 horas diarias. Pero
más allá, inquietando todo está el dueño, un nuevo rico, que quiere hacer
sentir su poder en ese universo. Están las luchas entre los cocineros jefes, la
sensualidad de las meseras, y en el último escalafón el lavaplatos, Demetrio,
"a quien todo el mundo patea".
Saber cocinar
El valor agregado de la puesta escénica de 100 minutos es
que los actores preparan platillos en escena (sin cebolla ni ajo,
para evitar susceptibilidades del público y elenco).
Para lograrlo, los actores se prepararon por más de dos
meses siguiendo "el ritmo" de un restorán real. "Ese aire
alocado e infernal de las cocinas las convierte también en lugares perfectos
para soltarle un par de ajos y cebollas a la vida, que suele mostrarse dura e
injusta", se pregunta el chef Nguyen Chávez, quien enseñó a los actores
técnicas de preparación de platillos y el uso de los cuchillos.
"La cocina es un motivo para hacer una reflexión sobre
la sociedad peruana", agrega Gisela Cárdenas. En su puesta, pone en
bandeja el gusto por "cholear" que tienen muchos, lo que, para ella,
retrasa el avance del país.
"Está dirigida a un público de los 12 a los 70 años, porque los
de 12 preguntarán por qué se habla de las fosas comunes de los años ochenta, y
al público de 70 para reflexionar sobre lo vivido. Ahora que amamos los
frijoles y la carne de llama, aprendamos a amarnos a nosotros mismos. Espero
que la gente vea la obra y empiece a preguntar y nos envíen sus opiniones por
las redes sociales, por el e-mail. Eso nos hará feliz", puntualiza la
directora.
Lunes populares
Elenco: Baldomero Cáceres, Franklin Dávalos, Omar García,
Leslie Guillén, Jimena Lindo, Grapa Paola, Wendy Pomar, Emanuel Soriano,
Leonardo Torres Vilar y Christian Ysla, entre otros.
Gisela Cárdenas ha dirigido en Inglaterra, Alemania, Perú,
Rumania, Noruega, Holanda y EE UU, logrando importantes premios
internacionales. Sus próximos proyectos son una versión de Electra/Orestes para
un nuevo teatro en Lima, y Ricardo III, para el Portland Experimental Theater
Ensemble (EE UU).
Autor. Arnold Wesker cumple 80 años de edad. Ha escrito
más de 49 obras de teatro y sus obras han sido traducidas a 18 idiomas.