El hombre interior


JORGE VELARDE, es uno de los pintores actuales de Guayaquil más interesantes. Este artista para quien “la pintura es un asunto de vida o muerte”, presenta en Lima su individual Dispersiones. (*)

Escribe: José Vadillo Vila.-
Foto: Norman Córdova 



El hombre sin piernas, muletas y machete al cinto, mira amenazante al espectador desde el óleo. Casi con odio. El cuadro se intitula Caminante. El personaje tiene el rostro de Jorge Velarde, el artista que lo creó conjurando los chisguetes de colores sobre la paleta y de ahí a la tela. 

"Yo soy un guayaquileño atípico", se define Velarde. Si Guayaquil es una urbe con sello de gentes alegres y fiesteras, este artista es todo lo contrario. "No soy ermitaño, pero tiendo a recluirme, por una cuestión de carácter. Creo que eso se refleja en la obra".

La exposición Dispersiones, que se presenta desde hoy en Lima, gracias al auspicio de la Embajada del Ecuador en el Perú, reúne 17 de sus cuadros recientes y de gran formato –el favorito de este artista ecuatoriano–, donde Velarde aborda la figura humana "desde el realismo figurativo, a veces en situaciones cotidianas o ambientes surrealistas, pero con cierta dosis de ironía", como su presentación.

"Desde sus inicios, Velarde se muestra como un pintor ensimismado, abocado a explorar la mismicidad del yo, su identidad personal. Desde sus comienzos el artista hace del autorretrato el tema central y recurrente de su trabajo", resume el destacado crítico ecuatoriano Cristóbal Zapata.

Pintor de autorretratos
Sí, a este artista ecuatoriano le definen esos autorretratos no convencionales y los retratos de personas de su entorno (su esposa y un amigo, por ejemplo), donde el trazo está más ligado a definir el retrato sicológico antes que el físico; donde tanto paisaje como artista parecen más personajes de una pesadilla.

Integra Dispersiones un óleo intitulado Como Juan Bautista, donde la cabeza del artista se presenta en una bandeja que es una paleta de colores. "Siempre me he propuesto mi trabajo como una búsqueda interior, de mi propia identidad, de conocimiento, de mi entorno, de las personas que me rodean", comenta Velarde.

En otros óleos, el artista es una cucaracha kafkiana o lleva un cucurucho de esas que usan los penitentes en las celebraciones de Semana Santa en su país, tapándole el rostro, dejándole las manos con un pincel y la paleta.

"No tomo mi oficio muy en serio, aunque lo considero fundamental: La pintura para mí es un asunto de vida o muerte. Es la forma como exorcizo mis demonios. Pero percibo un cierto menosprecio del oficio del pintor: en el arte contemporáneo ya no es indispensable que las obras sean hechas por el mismo artista. Se puede mandar a hacerlas, no se necesita saber dibujar o pintar. No lo cuestiono, pero me sirve para cuestionarme a mí mismo"

Pocos cambios
Otro aspecto que lo caracteriza, son los pocos cambios. "Soy un pintor de pocos cambios, de evolución paulatina y cambios sutiles. Me siguen interesando los mismos temas, las mismas cosas y personas", dice, y en esa obstinación por ciertos temas, pero sin jamás repetirse, sin hacer seriales, dándolo todo en un solo cuadro.

En sus colores están las huellas de El Bosco, de Brueghel, de Rembrandt, de Velásquez, sus maestros. "No quiero ni creo que mi pintura sea sombría ni trágica, pero siempre me ha interesado lo que considero mis antepasados en la pintura. Creo que eso se refleja en el trabajo que hago", explica el pintor de 52 años de edad.



Sepa más
-Estos cuadros son parte de una muestra que hizo los últimos años en Guayaquil.
-Sus trabajos se han presentado en exposiciones en Ecuador, Costa Rica, Venezuela, Santo Domingo, Brasil, Argentina, España, Chile, EE UU y China, entre otros países.
-Dispersiones es su primera individual en Lima. Empero, desde la década de 1990 ha participado en varias muestras colectivas de artistas ecuatorianos.

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