(El otro) Alan García va al médico


Esta crónica fue elaborada el 31 de octubre de 2007. ¿Podría haber herido la suceptibilidad del jefe de Estado? Creo que no. Es periodismo narrativo, sin faltar al principio de la honestidad.

José Vadillo Vila
Alan García Pérez baja de un station wagon amarillo y nadie lo saluda. En la puerta principal del hospital Cayetano Heredia hay heladeros, taxistas, pacientes y comerciantes que alquilan teléfonos celulares, pero ninguno se da cuenta de que Alan ha llegado.

Minutos antes, los guachimanes se nos acercan curiosos por la cámara fotográfica. Explicamos que venimos para una cita con Alan García Pérez. Con él y su señora madre, para ser más exactos. Vemos la palidez en sus rostros y para que no cunda el pánico, aclaramos que se trata de un homónimo del presidente de la República. Uno de apenas dos kilos 700 gramos, que nació por cesárea a las 6.34 de la tarde del viernes 26 de octubre, en este mismo nosocomio.

Al filo del mediodía de este Día de la Canción Criolla, Alan baja del taxi para asistir a su primera consulta externa con el pediatra. En vez de guardaespaldas, a este García Pérez lo resguardan su madre y tres mujeres de su entorno familiar, quienes acaban de llegar desde la selva para cuidarlo en estos primeros días de vida.

Este hombrecito rojo, callado y que mira sorprendido envuelto en una mantita, es homónimo completo del primer mandatario: Se llama Alan Gabriel Ludwig García Pérez.

Su madre, Norma Pérez Díaz, responde con voz bajita. Todavía no puede mantenerse mucho tiempo en pie por el corte de la cesárea. Dice que votó en las elecciones presidenciales por el partido Aprista y con su esposo son admiradores del primer mandatario desde mucho tiempo atrás.

“(El presidente) es un gran hombre, todavía, a pesar de que hablan un montón de cosas”, explica con voz cantarina. Pero aún la familia Pérez García no ha formalizado el pedido para que el presidente sea el padrino del menor.

Me dice que su primogénito todavía no ha tenido contacto con nadie del gobierno. Sólo “una señorita llamada Betina”, de palacio del gobierno, les ha prometido llamarlos.

Es una llamada que por cierto esperan con el celular encendido, porque Alan necesita ayuda. Norma, repite el número, 98462044. Ella es ama de casa, natural de Yurimaguas y tiene 20 años de edad. Su esposo, José Carlos García Ríos, tiene 19, es natural de Sauce, San Martín, y es obrero. Los tres viven en un cuartito alquilado.

Alan García Pérez ha venido a su primera cita con la ciencia y su madre está preocupada por unas manchitas amarillas. Seguro le dirán que es un proceso natural en algunos niños. Por ahora, Alan García Pérez atraviesa la entrada del hospital Cayetano Heredia como un ciudadano más. Uno en brazos y protegido por cuatro damas.

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