¿USTED ES LA CULPABLE?
APUNTES SOBRE EL OFICIO
Desde que tengo uso de razón e invierto horas-hombre frente al televisor luego de aburrirme de otras actividades más hedonistas como dejar las horas pasar, revisar mi correo electrónico, sacar la basura, leer a Bayly o ir al baño, siempre los telenoticiarios locales me cobijan con la misma pregunta, modulada, claro, por el habla de cada ser humano devenido en periodista.
La pregunta es presumida porque es la que supone te dará el millón de dólares que nunca alcanzarás. A la vez, linda con la inocencia, la estulticia: ¿usted es el asesino?, ¿usted violó a fulanita de tal?, ¿usted malversó los fondos? ¿hubo razones políticas en el despido de menganito?
Y la respuesta inmaculada del supuesto victimario es la misma, como la sempiterna historia de la humanidad peruana, idéntica, con su cara de palo, un poco "cachosa" y burlona frente a la inocentada de el que cree o tiene por oficio creer que ante un micrófono o grabadora el sujeto tiene la obligación de decir la verdad (esa categoría tan subjetiva y que se aherrojan como patrimonio cultural inmaterial los “periodistas de investigación” y los “periodistas políticos”).
La respuesta, frente a la necedad de actuar de juez de parte, es la misma: NO, con todas las variantes de la negación, hermoseadas por el manejo del verbo de cada sujeto-entrevistado. Van desde el elegante y encopetado “No hay ningún motivo político tras esa decisión, sólo es una reingeniería” hasta el más cortante y absoluto “No, pe, es mentira”. Total, en la variedad, está el gusto.
Desde que tengo uso de razón e invierto horas-hombre frente al televisor luego de aburrirme de otras actividades más hedonistas como dejar las horas pasar, revisar mi correo electrónico, sacar la basura, leer a Bayly o ir al baño, siempre los telenoticiarios locales me cobijan con la misma pregunta, modulada, claro, por el habla de cada ser humano devenido en periodista.
La pregunta es presumida porque es la que supone te dará el millón de dólares que nunca alcanzarás. A la vez, linda con la inocencia, la estulticia: ¿usted es el asesino?, ¿usted violó a fulanita de tal?, ¿usted malversó los fondos? ¿hubo razones políticas en el despido de menganito?
Y la respuesta inmaculada del supuesto victimario es la misma, como la sempiterna historia de la humanidad peruana, idéntica, con su cara de palo, un poco "cachosa" y burlona frente a la inocentada de el que cree o tiene por oficio creer que ante un micrófono o grabadora el sujeto tiene la obligación de decir la verdad (esa categoría tan subjetiva y que se aherrojan como patrimonio cultural inmaterial los “periodistas de investigación” y los “periodistas políticos”).
La respuesta, frente a la necedad de actuar de juez de parte, es la misma: NO, con todas las variantes de la negación, hermoseadas por el manejo del verbo de cada sujeto-entrevistado. Van desde el elegante y encopetado “No hay ningún motivo político tras esa decisión, sólo es una reingeniería” hasta el más cortante y absoluto “No, pe, es mentira”. Total, en la variedad, está el gusto.