La importancia de llamarse Paul
El eterno exbeatle Paul McCarney llega por primera vez al Perú como parte de su gira “Up and Coming Tour”. El compositor y multiinstrumentista inglés, indudablemente uno de los creadores de lo que llamamos rock, se presentará el lunes 09 de mayo en el estadio Monumental de Ate. Además de estrella de rock también ha realizado exposiciones de sus pinturas, escribió un poemario y es activista de diversas causas. (Publicado el sábado 07 de mayo de 2011, en el diario oficial El Peruano)
ESCRIBE.- José Vadillo Vila
ESCRIBE.- José Vadillo Vila
HERE, THERE AND EVERYWHERE
Aunque está próximo a cumplir los 69, todos le llaman por su nombre de pila, Paul. Nadie, más que la realeza y el tabloide británico The Sun, le dicen Sir Paul McCartney. Es que la imagen del músico salido del puerto de Liverpool está ligada al imaginario colectivo de Occidente y sus afluentes, desde hace cinco generaciones, y siempre en la cresta de la ola. Verbigracia, tenemos algo casi genético con la música beatle más que pose y por ello, hay fanáticos que desde el jueves acampan en las afueras del estadio Monumental de Ate; y más de 44 mil personas han pagado entre los 260 y mil 975 nuevos soles para ver al artista británico.
¿Qué hubiera sido de McCartney si no conocía a su paisano John Lennon y daban vida a The Quarryemn, banda de mocosos rocanroleros luego devenida en The Beatles? ¿Qué hubiera sido estos jovenzuelos si no viajaban a Hamburgo a foguearse tocando toda la noche en esos lupanares de marineros y chicas de mala fama? ¿Qué hubiera sido si Brian Epstein no les veía el futuro escuchándolo en The Cavern Club y les convencía de representarlos; les hacía la profilaxis respectiva y les daba esa apariencia de señoritos buena gente que cantaban melodías chiclosas que hacía desmayar a las chiquillas de la época -hoy de la edad de mi abuelita Alicia-, imagen con la que primero lograron ser profetas en su tierra, Inglaterra, luego Europa, EE UU y todo el etcétera del globo? ¿Qué hubiera sido musicalmente de McCartney y compañía si el gran George Martin no se sumaba como productor musical de casi todos sus discos? ¿Qué calidad hubieran tenido sus composiciones de Paul si no competía permanentemente con Lennon? Sólo preguntas al azar, oh, yeah, yeah.
ALL MY LOVING
“Macca”, como también lo llaman, se presentará este lunes 9 en Lima. Su primera vez en tierra de los incas y se espera que ofrezca casi tres horas de música aplacando así las sedes mccartnistas que lo esperan desde más hace 40 años. Mientras los jóvenes artistas en plena vigencia sacan la lengua, en promedio, a la hora y media de concierto, este zurdo multiinstrumentista tiene repertorio para regalar y la fama de dejar a su público satisfechos con un sonido y puesta en escena espectacular. Canciones, le sobran, decíamos. Y en la vitalidad del show algo tendrá que ver su dieta vegetariana. Mejor que el viagra.
Rendirle tributo a su etapa beatle alrededor del globo, tocando las guitarras, el ukelele, su bajo Hofner tipo violín o su piano sicodélico, le ha ayudado mucho en engordar su billetera de 800 millones de dólares, aproximadamente. Así, cedés y devedés, desde el Tripping the Live Fantastic (1990) hasta el Good evening New York City (2009), dan fe de esta efervescencia del público por la discografía del longevo artista, sobre todo de la que hizo junto a John, George y Ringo.
Nadie se pregunta por la vida de los otros integrantes de The Wings, la banda que formó en los años setentas con talentosos músicos y su esposa Linda Eastman (con quien estuvo casado por 29 años), fotógrafa devenida en corista y acompañante. Una minoría hemos escuchado sus composiciones sinfónicas o su incursión casi caleta en la música electrónica con el proyecto The Fireman. Sólo algunos gritaremos esa noche sin ser escuchados pidiendo canciones como "My brave face", de Flowers in the dirt (1989); "Hope of Deliverance", de Off the grown (1993); "The world tonight", de Flaming pie (1998); o "Jenny Wren" de Chaos and Creation in the Backyard (2005). Porque Paul es a Los Beatles como Einstein lo es a la teoría de la relatividad o Papa Noel a la Navidad. Bienvenido, Paul.
Aunque está próximo a cumplir los 69, todos le llaman por su nombre de pila, Paul. Nadie, más que la realeza y el tabloide británico The Sun, le dicen Sir Paul McCartney. Es que la imagen del músico salido del puerto de Liverpool está ligada al imaginario colectivo de Occidente y sus afluentes, desde hace cinco generaciones, y siempre en la cresta de la ola. Verbigracia, tenemos algo casi genético con la música beatle más que pose y por ello, hay fanáticos que desde el jueves acampan en las afueras del estadio Monumental de Ate; y más de 44 mil personas han pagado entre los 260 y mil 975 nuevos soles para ver al artista británico.
¿Qué hubiera sido de McCartney si no conocía a su paisano John Lennon y daban vida a The Quarryemn, banda de mocosos rocanroleros luego devenida en The Beatles? ¿Qué hubiera sido estos jovenzuelos si no viajaban a Hamburgo a foguearse tocando toda la noche en esos lupanares de marineros y chicas de mala fama? ¿Qué hubiera sido si Brian Epstein no les veía el futuro escuchándolo en The Cavern Club y les convencía de representarlos; les hacía la profilaxis respectiva y les daba esa apariencia de señoritos buena gente que cantaban melodías chiclosas que hacía desmayar a las chiquillas de la época -hoy de la edad de mi abuelita Alicia-, imagen con la que primero lograron ser profetas en su tierra, Inglaterra, luego Europa, EE UU y todo el etcétera del globo? ¿Qué hubiera sido musicalmente de McCartney y compañía si el gran George Martin no se sumaba como productor musical de casi todos sus discos? ¿Qué calidad hubieran tenido sus composiciones de Paul si no competía permanentemente con Lennon? Sólo preguntas al azar, oh, yeah, yeah.
ALL MY LOVING
“Macca”, como también lo llaman, se presentará este lunes 9 en Lima. Su primera vez en tierra de los incas y se espera que ofrezca casi tres horas de música aplacando así las sedes mccartnistas que lo esperan desde más hace 40 años. Mientras los jóvenes artistas en plena vigencia sacan la lengua, en promedio, a la hora y media de concierto, este zurdo multiinstrumentista tiene repertorio para regalar y la fama de dejar a su público satisfechos con un sonido y puesta en escena espectacular. Canciones, le sobran, decíamos. Y en la vitalidad del show algo tendrá que ver su dieta vegetariana. Mejor que el viagra.
Rendirle tributo a su etapa beatle alrededor del globo, tocando las guitarras, el ukelele, su bajo Hofner tipo violín o su piano sicodélico, le ha ayudado mucho en engordar su billetera de 800 millones de dólares, aproximadamente. Así, cedés y devedés, desde el Tripping the Live Fantastic (1990) hasta el Good evening New York City (2009), dan fe de esta efervescencia del público por la discografía del longevo artista, sobre todo de la que hizo junto a John, George y Ringo.
Nadie se pregunta por la vida de los otros integrantes de The Wings, la banda que formó en los años setentas con talentosos músicos y su esposa Linda Eastman (con quien estuvo casado por 29 años), fotógrafa devenida en corista y acompañante. Una minoría hemos escuchado sus composiciones sinfónicas o su incursión casi caleta en la música electrónica con el proyecto The Fireman. Sólo algunos gritaremos esa noche sin ser escuchados pidiendo canciones como "My brave face", de Flowers in the dirt (1989); "Hope of Deliverance", de Off the grown (1993); "The world tonight", de Flaming pie (1998); o "Jenny Wren" de Chaos and Creation in the Backyard (2005). Porque Paul es a Los Beatles como Einstein lo es a la teoría de la relatividad o Papa Noel a la Navidad. Bienvenido, Paul.