Para bailar en una loseta



La música tiene sabores, cómo no. Y el bolero, género con tajo abierto por los desamores y el anidar al filo del catre, sabe a pecado. Eloy Jáuregui ha escrito Sabor a mí, un libro que le hace justicia y, de paso, reivindica el aporte nacional a este estilo musical que atraviesa Latinoamérica de cabo a rabo, para bailarlo pegadito. (Publicado el lunes 13 de agosto de 2012 en el semanario Variedades del diario El Peruano)

Escribe: José Vadillo Vila
vadillovila@gmail.com

1."El bolero no es un género musical, es el orgasmo degenerado de los oídos trajinados y enamorados en los caldos de la metafísica de la pelvis". Con ese gancho mortal al sentimiento, Eloy Jáuregui abre cancha a Sabor a mí. Historias del bolero (Lima, editorial Mesa Redonda, 2012).

Haciendo justicia a un género musical que es "pretexto para escribir de sudores, más que de amores", las ciento setenta y seis páginas, los treinta y un capítulos del libro, se agrupan en Pechos, Caderas, Muslos, y Coda con cola: virtudes con protuberancias para entender mejor a Daniel Santos, Benny Moré, Agustín Lara, Pedro Infante, superhéroes de esta canción "que hiede a placer, a maullido prostibulario, a gemir orillero", dixit Jáuregui.

Para hablar del bolero, el género romántico por antonomasia, Eloy necesita que la crónica periodística se ponga más híbrida que de costumbre, que se apachurre en el limbo de las letras con el ensayo, justo límite donde gustaba posar sus textos a otro amante de lo popular, el mexicano Carlos Monsiváis, que tanta falta nos hace falta para entendernos mejor (como latinoamericanos). 

Jáuregui amasa crónica y ensayo para pergeñar "una suerte de literatura de las ideas: pongo una reflexión, la voy investigando, avanzo sus implicancias", explica el periodista "limeño y surquillano", que en 32 años de oficio ha reporteado sobre "fenómenos sociales, políticos, económicos, pero todo sesgado por el lado de la música porque soy melómano", dice mientras postula que "el bolero es el amor vertical: uno se enamora con el bolero y tiene que ser experto metiendo rodilla. Es una suerte de técnica muy apropiada para conseguir los objetivos del hombre conquistador".


“No creo que el vals o el bolero hayan muerto. Son músicas reales que la gente puede disfrutar. Usted va por las calles de lima y encontrará discos y mp3 piratas de valses, boleros, pasillos. Está en el imaginario de la gente, lo que pasa es que no está de moda, que es diferente”, dice Jáuregui. 
2. La pregunta ronda como moscardón en medio de la entrevista, ¿por qué escribir del bolero en tiempos del reggaetón y el perreochacalonero? 

"Digamos que no creo que el vals o el bolero hayan muerto. Son músicas reales que la gente puede
disfrutar. Usted va por las calles de Lima y encontrará discos y mp3 piratas de valses, boleros, pasillos.
Está en el imaginario de la gente, lo que pasa es que no está de moda, que es diferente". Y el escribidor
pone como testigos a miles de conciudadanos del triciclo Perú que continúan escuchando, día a día, en
horario estelar, radios y programas fundidos en La Inolvidable, Romántica, Felicidad, Exitosa, Su Majestad el bolero. "No es música del recuerdo –aclara el melómano escritor o viceversa– porque el recuerdo es
vivencial. Creo que el bolero es un género que sirve para la memoria del amor más intenso".

Una de las hipótesis que emanan de las páginas de Sabor a mí sostienen que la temática de los amores contrariados, de las sacadas de vuelta, que operaban perfectamente en el bolero, hoy se han (re)encarnado en la ubicua cumbia. "Las canciones de Stanis Mogollón (el compositor peruano mejor pagado) son boleros, en realidad, que se bailan como cumbia, que está de moda. Los compositores adecuan a ese ritmo".

Mogollón encabeza a los herederos de compositores que han conocido el éxito popular; dígase Luis Abelardo Takahashi, Franklin Cabrejos, "Diablo" Torres o Mario Cavagnaro, "que aún muerto sigue
cobrando regalías por 'Emborráchame de amor', bolero que le grabara el flaco Héctor Lavoe", ametralla
Eloy con su verbo apurado, como buen limeño.


Cantor zanahoria. Lucho Barrios, el que cantaba "Marabú", no era bohemio ni tenía calle. 

3. Nosotros teníamos héroes de rockola y se nos acaban de morir. Digo Pedrito Otiniano; digo Lucho Barrios. Eloy corrige sobre estos mitos populares: el creador de "Marabú" era antihéroe del bolero: no era ni bohemio ni tenía calle ni le gustaba tomar en público. En cambio, el recién desaparecido don Pedrito era un gran criollo, un gran tipo de esquina, un tipo que vivió una época muy bonita: los años cincuenta, que fue la época de los ídolos populares como Los Embajadores Criollos, Mauro Mina, los futbolistas que se fueron a jugar en el extranjero. Y Pedro Otiniano y Lucho Barrios sintetizaron al joven del barrio, al joven esquinero; ya cuando viene la migración, un poco que también llega el declive de estos ritmos y aparecen el huaino, la cumbia y la chicha. Y me parece bien, un país que está en constante evolución tiene que estar en distintos ritmos y eso no le quita a uno o a lo otro".

Y si se habla muy poco de bolero y música popular en el Perú en general, amén de los estudios de investigación académica, es porque pocos escritores se han dado el trabajo de redescubrir nuestras claves
musicales, arguye Eloy. "El aporte peruano es el bolero cantinero, el bolero cebollero o bolero rockolero.
Otro aporte nuestro es el bolero jurídico que dice 'Déjeme tranquilo, señor abogado'. De todo hemos
sacado boleros: de contadores, de futbolistas y cosas por el estilo".

El capítulo del bolero peruano es amplio, el problema es que no está difundido. En las profundidades de Sabor a mí, el autor surquillano recuerda que boleros famosos interpretados por Daniel Santos, Julio Jaramillo, Segundo Rosero o Alci Acosta, son rojiblancos, escritos "por nuestra primera división de compositores", como los mencionados Cavagnaro, Cabrejos, Torres y otros más.

Un aspecto que ayudó a esta difusión de creaciones peruanas fue que a la época dorada de la radio
en el país, entre los años cuarenta y sesenta, se sumó el nacimiento de una industria discográfica peruana
pujante, donde las disqueras nacionales ofrecían buen precio y buenos directores musicales, compitiendo
en su momento con otros monstruos de la discografía como Chile y Argentina.



4. "En realidad, el bolero es un género criollo, mestizo, híbrido, donde se junta la música de los primeros españoles con la música nativa, de cada país, que va aportando", explica Jáuregui. El bolero es género viejo, Jáuregui recuerda en Sabor a mí que hablamos de un estilo musical de más de 300 años, a ojo de buen cubero.

Y estamos frente "al único género que atraviesa todo el continente y que tiene vigencia"; ello, y no la posterior globalización, responde al porqué en su historia el bolero tiene intérpretes de gran talla con
pasaportes multinacionales, como el chileno Lucho Gatica, el boliviano Raúl Shaw Moreno, el argentino
Leo Marini, el ecuatoriano Julio Jaramillo, entre muchos otros. Y no solo cantaban boleros, recuerda el
entrevistado, sino también pasillos, valses, tangos, géneros locales.

Si hay algo que también divide a los amantes del género para bailar de a dos en una loseta, es si la reactualización hecha por Luis Miguel y otros hizo un favor o no. Jáuregui responde: "Sin Luis Miguel el bolero no hubiera tenido al apogeo y la fuerza para que se graben tantos discos últimos. Su aporte fue recuperar boleros del acervo cubano y mexicano, incorporando arreglos modernos. Incluso la propia Tania Libertad recupera a cantautoras mexicanas muy encarnizadas como Consuelo Velásquez, quien
habla como un hombre respecto a las cosas que suceden en la cama. Y con novedosos arreglos, nuevas formas de guitarras y sintetizadores, dándole un nuevo aliento al bolero", reflexiona en voz alta, acomodándose los lentes, despidiéndose a la hora del ocaso, tomando un taxi donde seguro sintonizará boleros y hará más grato atravesar la ciudad en hora punta.


(*) Una saga de cinco puntas

Sabor a mí es el tercero de
una saga de cinco libros sobre
música popular en el Perú. El
primero fue Pa' bravo yo (sobre
la historia de la salsa), luego
vino El Pirata (música criolla).
El siguiente libro de Jáuregui
será Del grupo Colina al Grupo 5,
que se editará en julio de 2013,
donde el eje será cómo en los
años noventa de Fujimori "la
cumbia fue parte de la marcha
electoral, ¿cuántos cantantes
no se matricularon con el
fujimorismo?". Y el último en el
cual estudia y trabaja será uno
sobre la historia del rock en el
país. Jáuregui afina a la vez con
amigos músicos sus boleros,
valses y baladas, para publicarlas
en algún momento en un solo
álbum, y con el pianista Lucho
Cueto alista la primera ópera
popular sobre Héctor Lavoe.

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