LOS POETAS DEL COPÉ
Poeta, músico e investigador Alejandro Susti, presentado su nuevo poemario. Foto: José Vadillo Vila. |
ESCRIBE:
JOSÉ VADILLO VILA
UNA
MUERTE QUE ES VIDA
Estoy criando pájaros en tu nombre. Porque
hay lluvias que suenan como el fin del mundo y a veces necesito alas. Leo en voz alta el verso a Darwin Bedoya. Versos que él mismo
escribió para El libro de las sombras,
su quinto poemario, el más personal, el que fue escogido entre 835 trabajos como
el Premio Copé de Oro de la XV Bienal de Poesía "Premio Copé Internacional
2011".
"Hasta hoy no
puedo leer el libro", dice a través del hilo telefónico, desde Puno.
Bedoya no podría leer completo ninguno de los 15 capítulos de El libro de sombras en un recital
poético "porque entraría en un llanto terrible". Ya lo ha vivió en
las tertulias del círculo literario La Tribu de los Espantapájaros: mientras
engrosaba los versos en prosa del futuro libro, se daba cuenta que no podía
soportar leer más de una página. "Era como si se quedara en mi garganta,
como que había un sentimiento fuerte", explica.
Bedoya nunca
conoció al hombre a quien dedica este libro. Yo arrastré tu ataúd por un
desierto de salamandras y escorpiones. Siete días con sus noches anduve manchando
la tierra con el color de nuestra sangre, escribe. El volumen de 181
páginas es un homenaje a su abuelo materno, Juan Bautista Santos. "Su
muerte fue muy impactante", se anima a contar. Se enteró de los detalles
recién cuando tenían 15 años, en una desgarradora narración de su madre.
"Fue un shock terrible para mí". Se enteró que su abuelo había muerto
envenenado. La cruel escena empezó a darle forma al libro. También las
historias que escuchaba de boca de su madre y su abuela. Luego él las poetizó
en versos en prosa.
"Pienso que
traté de escribir un cuento pero me ganó el lirismo; tenía que ser un libro de
poesía", dice. Hace siete años empezó a trabajar este poemario. Leía
entonces al Jorge Eduardo Eielson de Reinos
(1944). "Es un libro espléndido. El
Libro de las Sombras tiene ese aire de Reinos,
pero no alcanzo su nivel". Eielson escribía en ese, su primer poemario, Amo
así este cráneo en su ceniza, como al mundo/ En cuyos fríos parques la
eternidad es el mismo/ Hombre de mármol que vela en una estatua/ O que se
tiende, oscuro y sin amor, sobre la yerba. Otros poetas que siente cercanos
en el libro son Blanca Varela y Carlos Oquendo de Amat. La breve lista incluye
al mexicano Octavio Paz, el chileno Raúl Zurita y el español Antonio Gamoneda.
El libro de las sombras es hecho
de verso en prosa. Ya en Leve ceniza
(2010) su anterior poemario, Bedoya trabajó en este estilo lírico. "Me
permite narrar, una narración bastante rítmica, melódica, que le otorga el aire
de poesía, a diferencia de la prosa común, que es más descriptiva",
explica.
Son tiempos para el
reconocimiento de su trabajo. Además del Copé, el año pasado su libro de
microcuentos Bosque de luciérnagas
logró el primer Premio Horacio de Educación 2011. "Los concursos me
permiten ver el nivel de proceso en que uno va escribiendo. Los jurados
especializados dan su punto de vista y uno va viendo qué le falta a su poesía,
a su cuento, que son los géneros que a mí me gustan".
Bedoya, docente del
Senati, vive entre Moquegua y Puno. Las últimas noticias literarias de su
tierra natal, son Mercedes Cabello y José Carlos Mariátegui; la urbe sureña ha
ido dejando un vacío inmenso. Bedoya reconoce que "Tacna, Cusco, Puno
tienen escritores y una fuerte movida cultural, en cambio Moquegua como que
está apagada la llama de la literatura". Bedoya se ha convertido en un
celebridad local y a su alrededor surgen nuevas voces. "Con ellos pensamos
reactivar Moquegua con talleres, presentaciones de libros e incluso un
encuentro nacional de escritores", dice animándose, viendo el reto que les
espera.
Pero el poeta no se
queda en el regionalismo. El año pasado editó una antología "con un nombre
atrevido": Hijos de puta, 15 poetas
latinoamericanos, que le sirvió para tomar el pulso a bardos nacidos de
1970 en adelante. "Hay diversas tendencias con niveles muy notables en
experimentación, que nunca van a dejar la vanguardia de la cual emergieron
Vallejo y Huidobro".
¿Y el futuro
inmediato? El libro de las Sombras es
la mitad de un poemario extenso, de unas 500 páginas, que está reescribiendo y
corrigiendo para publicarlo en los próximos meses. Tentativamente lo piensa
llamar Cuaderno de ceniza. Y
continuar escribiendo también cuentos ("para mí hay una línea muy borrosa,
casi invisible, entre cuento y poesía"). Y alimentando su blog (www.darwinbedoya.blogspot,com),
para seguir conectado con las tendencias. O como escribe: Déjame estar entre
las palabras que arden, entre las canciones que se hacen ceniza para tus pies.
Bedoya da nuevos bríos a la tradición literaria moqueguana.
POETA
DE DOS HEMISFERIOS
Antes de poemario, El río imaginado, poemario que logró el Copé de Plata de la XV
Bienal de Poesía Premio Copé Internacional 2011, fue ideado como una novela
donde Alejandro Susti planeaba recuperar lo que había vivido en su primer
contacto con la sociedad norteamericana. Por los anaqueles rebosa el
sinsentido de las leches sin grasa, las orgánicas lechugas y los helados
dietéticos. (...) Y por la tarde en los almacenes, camisas, medias y pantalones
talla XXX-Large, donde podrían caber dos o tres peruanos mal alimentados
o un par de niños negros ("XXX-Large").
"Yo en los
supermercados me sentía un provinciano absoluto y no entendía la obsesión de
los norteamericanos por la dieta y la obesidad", rememora el poeta,
roquero y académico. Entonces estudiaba el doctorado en Literatura en la
universidad John Hopkins. Cuando volvió en 1999 al Perú, comenzó a escribir la
novela autobiográfica. No le gustó el resultado. Pero "los textos quedaron
algo así como flotando en el aire". Empezó a tomar los fragmentos de ese
libro ya imposible y los trabajó como poemas en prosa, "pequeños relatos,
casi como microficción" para hablar de esa estancia afuera. Este es el
río que no descansa (...) de los caterpillars y tractores que paren como vacas
por los campos de la Tierra Prometida (....) río de los culos que patean
los banqueros ("Tierra prometida").
"Era lo que sentía en Estados Unidos: no me sentía parte de ese lugar. Lo paradójico es que antes, cuando vivía en el Perú, tampoco me sentía parte de lo peruano. Mi regreso al país hizo que eso se transformara en algo diferente".
Luego los enlazó
con poemas que hablaban más del Perú. "Los trabajé como si fueran unidades
independientes, pero que reunidas una al lado de la otra, formarían un concepto
general. Ambos grupos de textos tenían que ver con espacios y pensé que podría
darse una continuidad entre ellos. La idea de un sujeto que se desplaza del
norte hacia el sur. Con esa idea, el libro fue creciendo poco a poco. Ya para
darle título al libro, me di cuenta que estaba escribiendo en las dos laderas
de un río imaginario. Para mí la cosa estaba clara".
En 70 páginas, Río imaginado también es un poemario muy
urbano. Igua que García Lorca en su Poeta
en Nueva York (1929), Susti también habla de la deshumanización de
las ciudades gringas. "Son poemas dedicados al anonimato de las grandes
ciudades, el hecho de no reconocerte con el territorio en el que te encuentras,
la experiencia del desarraigo". El anonimato te hace un insecto: Eres
una hormiga en los confines de un infierno nunca imaginado
("Hormiga"). Y el desarraigo es también destierro: Lo nuestro no
es el exilio/ o el destierro (o como quieras tú llamarlo)/ sino un perdernos y
un siempre regresar:/ lo tuyo no ("Exilio").
"Era lo que
sentía en Estados Unidos: no me sentía parte de ese lugar. Lo paradójico es que
antes, cuando vivía en el Perú, tampoco me sentía parte de lo peruano. Mi
regreso al país hizo que eso se transformara en algo diferente. Por eso un poco
el libro trata de arraigar un poco la identidad de quien escribe", cuenta.
Estos desiertos llevan tu nombre: tú los miraste/ en ellos tus pies dieron
forma al tiempo/fecundaron entrañas y ojos y lunas ("Desiertos").
Es lo que sucede en la segunda parte: un recorrido por la infancia, por las
playas, los acantilados, La Herradura, la Costa Verde, Lima. U otro dedicado al
"Ojo que llora" (La vida en estas piedras descansa/ y es la
lágrima que corre descalza/ hacia la luz que mora en el silencio).
"Para mí es una especie de conciencia de lo que ha pasado, de lo que es la
historia", explica Alejandro.
A veces las
fotografías de Gonzalo Cáceres Dancuart acompañan sus versos. Sólo a veces,
"como referentes". ¿Te pesas de haber vuelto al Perú? "Todo
tiene sus lados positivos y negativos", dice. Lo que ha alimentado su
retorno es la ebullición de su producción creativa: cuatro poemarios y cinco
álbumes musicales, además de coautor de cuatro trabajos de investigación
literaria. Este fin de año editará un nuevo álbum y trabaja en un volumen sobre
la narrativa fantástica peruana. "Desde que regresé al Perú siento como
una obligación, algo de culpa, de no haber empezado antes a ir plasmando algo.
Es como si estuviera tratando de ponerme al día conmigo mismo", se
despide. Yo recuerdo ciudades/ donde nunca te perdí y nunca te encontré/
pero donde siempre te canté ("Ciudades").
APUNTE
El Premio Copé Bronce 2011, recayó en Santa Poesía, del poeta uruguayo Rafael
Courtoisie.
(*) Publicado en el semanario Variedades, el viernes 14 de setiembre de 2012.