Río vivo
Escribe: José Vadillo Vila
Fotos: Archivo Histórico del Diario Oficial El Peruano
Hasta la primera mitad del siglo XX, en el río Rímac se
podía pescar camarones. Los historiadores cuentan que en las faldas del cerro
San Cristóbal vivió una comunidad indígena dedicada a la pesca y venta de estos
pequeños crustáceos de agua dulce, y como un homenaje a un mundo que ya no
está, una calle escueta del distrito del Rímac lleva su nombre: Camaroneros,
que pervive hoy, pese a que el río solo sabe hablar de turbiedades.
Si hablamos de paradojas, en el ensayo Historia del río
Rímac. Siglo XVI, María Rostworowski (En homenaje a José Antonio del Busto
Duthurburu. Tomo II, Fondo Editorial PUCP, 2012) recuerda que una de las
razones por las que Francisco Pizarro eligió Lima como sede de su gobernación
fue “el de ser deleitoso y con mucha arboleda”; los árboles y frutales
abundaban en el valle del Rímac. “Sin embargo, la frondosidad duró poco por la
necesidad de los hispanos de fabricar carbón vegetal para toda su industria,
además de la leña para los hogares”. La historiadora recuerda que la
deforestación no solo fue durante la Colonia, sino que también fue práctica
constante en los siglos XIX y XX.
El Rímac baja desde los deshielos del nevado Uco, del
complejo montañoso de Ticlio. Fernando Flores-Zúñiga en Haciendas y pueblos de
Lima. Historia del valle del Rímac (Fondo Editorial del Congreso de la
República, 2008) dice que el río nace en la laguna Huiracocha, en los nevados
de Anticona.
La revolución inca
El valle de Lima o del Rímac primero vivió, como todos los
valles de Lambayeque a Chilca, al influjo de los Chavín, a partir del 900 a.C.;
a partir del siglo III, llega la influencia wari, que crearon asentamientos en
la zona de Ate; posteriormente, vino la presencia chimú, sobre todo en
Carabayllo, hacia 1370-1430. Y finalmente, los incas, con la conquista de Túpac
Yupanqui, antes de la llegada de los barbudos españoles.
Fueron justamente los cusqueños, señala Flores-Zúñiga, los
que trabajan para hacer fértil el valle del Rímac, construyen un complejo
sistema hídrico con canales que llevan agua a gran distancia, tierras bien
labradas y mano de obra siempre disponible.
El nombre Rímac
María Rostworowski recuerda que la palabra Rímac se debe a
la pronunciación de la fonética del quechua serrano, ya que los habitantes de
la costa central del siglo XVI no pronunciaban la “r” sino que “designaban esos
lugares con ‘l’ como la voz lima o límac”. Y así se llamó el adoratorio de
forma trapezoidal de la cultura Ichma, que quedó en el parte posterior del
antiguo hospital Santa Ana, la Iglesia lo mandó a destruir por el número de
visitantes que recibía dicho adoratorio.
Como las manos de Moisés, el río Rímac divide la ciudad en
dos, aunque ahora, con la polución y el boom de la construcción, la urbe se
divide en seis, sumando al Chillón y a Lurín partidos en dos también y la
ciudad sigue creciendo.
Cuestión de puentes
La buena arquitectura no ha sido ajena al río. Manuel
Atanasio Fuentes, ‘El Murciélago’, recuerdaen Lima. Apuntes históricos,
descriptivos, estadísticos y de costumbres (1867) que en 1554 se construyó un
puente de madera para unir esas dos partes de la ciudad, y en 1610 fue sustituido
por uno de piedra, de seis arcos y “quinientos pies geométricos de largo”.
Tenía en su parte sur “un hermoso arco de 30 codos de
elevación”, debajo de la cual se ubicaba la estatua del rey Felipe V, “que fue
derribada por el terremoto que sufrió Lima en 1746” y fue reemplazada por una
del Tiempo.
Los huaicos no llegaron con el cambio climático. Al
respecto, ‘El Murciélago’ cita que los “habitantes de la parte baja de la
ciudad” sufrían de inundaciones y en 1637 se construyeron tajamares de cal y
piedra.
Tengo sed
Si hablamos del consumo humano, relata ‘El Murciélago’ que
primero se sació la sed de la ciudad mediante 61 pilas dispuestas en plazas,
colegios y conventos de toda la ciudad.
De todos ellos, la pila más grande se ubicaba en la plaza
Mayor. Luego llegaron las cañerías de fierro, y las de pvc ya es cuestión más
actual.
“Las aguas del río, de las fuentes públicas y los pozos
particulares contienen crecida cantidad de sales calcáreas y principalmente de
sulfato de cal. En general, puede decirse que son puras y saludables”, comenta
Manuel Atanasio Fuentes. Otros tiempos.