LA VIDA DE LOS NO VISTOS
El valor de lo invisible se llama esta exploración
por la vida diaria de un reciclador, ese ser nocturno poco valorado en su rol
en la cadena de los residuos y en su incorporación en los programas de
reciclaje. Se trata de un ensayo fotográfico de Oscar Durand. (*)
Escribe: José Vadillo Vila
1. El trabajo de Basilio Gómez empieza mientras
la mayoría duerme. A las siete de la noche llega desde el Callao hasta Jesús
María. Ya tiene un sector donde trabaja, cerca de la residencial San Felipe.
Empieza a reciclar botellas, papeles y objetos de valor que halle. Ya tiene
algunos “huecos”, edificios que ya lo conocen, y le dejan pasar para que busque
entre sus tachos de basura. A veces le da un o dos soles a los vigilantes;
otras veces, basta con un saludo y un gracias. Si, Basilio es uno de los más de
100 mil recicladores que existen en el país y se dedican a
la recolección de residuos sólidos reaprovechables.
Junta sus
cosas hasta la una de la madrugada. Las junta y guarda en diversos lugares para
no andar cargando una gran bolsa a sus espaldas, como un Papa Noel que en vez
de llevar regalos, recoge la basura recicable. Entonces se hecha a dormir en la
silla de un amigo que cuida carros, una pestañeada de un par de horas. A las
tres, un taxista que ya lo conoce recoge a él y su esposa, que ha recogio en
otras zonas del distrito, y los llevan con su particular mercadería hasta La Parada.
Una hora
más tarde empiezan a seleccionar y el suelo se vuelve una cachina pequeña, con
esos objetos que los más pobres compran (botellas de perfume a medio uso, ropa
desusada, etcétera), mientras las botellas de plástico la llegada del acopiador.
Ahí estará hasta las ocho de la mañana, y empieza sus labores como dirigente.
Sí, Basilio, tal vez cansado de algunos que lo miran con desprecio, de ser no
visto ni valorado por la sociedad, es también presidente de la asociación de
recicladores de Jesús María y ahora trabajan en el piloto que hace ese distrito
para formalizarlos. A veces sólo va a casa para bañarse, almorzar, ver cómo
están sus cinco hijos, su nieta. Y vuelve a ese trabajo, que es duro y también
necesario para mantener limpia la ciudad.
MUCHA GENTE LO ÚNICO QUE SABE DE LOS RECICLADORES ES QUE BUSCAN EN LA BASURA; A UNOS LES GUSTA Y A OTROS NO. PERO SON PERSONAS COMO CUALQUIER OTRA, QUE TRABAJAN PARA BUSCARSE LA VIDA.
2. La idea de esta serie de fotografías germinó
cuando el fotógrafo Oscar Durand y su esposa vinieron de Estados Unidos a
radicar al Perú por unos meses. Mientras en el país del norte el reciclaje es
parte del día a día, en Lima no encontraban espacios para reciclar botellas o
los miraban raro en los supermercados cuando ellos iban con sus propias
bolsas. Acababa de ver Waste Land
(2010), un documental sobre los recicladores de Jardim Gramacho, una de las más
grandes áreas de relleno sanitario en el mundo, donde va a parar la basura
diaria que produce Rio de Janeiro.
Oscar
empezó a trabajar por su cuenta. Contactó con la Federación Nacional de
Recicladores del Perú y trabajó un video de dos minutos siguiendo a un
reciclador por las calles de Miraflores. Luego contactó con la comunicadora Lucía López y dieron con la
historia de Basilio.
“Mucha
gente lo único que sabe de los recicladores es solo que son gente buscando en
la basura; a unos les gusta y a otros, no. Pero son personas como cualquier
otra, que trabajan para buscarse la vida y reciclan para llevar un pan a casa”,
recuerda Durand. Así nació la exposición El valor de lo invisible.
Apunte:
Las 12
imágenes que conforman la exposición fotográfica El valor de lo invisible, que se expuso en el jardín del campus de la PUCP, en la urbanización Pando. Luego recorrerá
otros centros universitarios del país.
(*) Publicado el 14 de setiembre de 2012 en el Semanario Variedades del diario oficial El Peruano.