Oda del cantor minero


El intérprete cerreño Eusebio “Chato” Grados, nacido en la mina de Atacocha, celebra cuatro décadas de carrera y opina que el folclor vive su verdadera época de oro gracias a autogestión de los artistas. (Publicado el domingo 28 de noviembre de 2010 en el diario El Peruano).

José Vadillo Vila.-

UNO.
Yo debería de cumplir, por lo menos, 50 años de trayectoria, amigo, porque canto desde que tengo uso de razón. Ya alrededor de 1963, mi papá, Mateo, me llevó a cantar en el sindicato de trabajadores mineros de Atacocha, donde nací. Allá las huelgas duraban meses y para aplacar el hambre se hacían veladas artísticas.


¿Lo primero que canté? Estaba de moda el “Zorzal Negro”, un moreno que interpretaba huainos y que falleció hace muchos años. Él hizo famosas las canciones de Zenobio Dagha. Luego apareció el “Picaflor de los Andes”, cuya música se difundía desde Lima por radio El Sol.

DOS. Mire, yo canto por un chantaje. Estaba en cuarto de secundaria y mi profesor Rolando Navarro me hacía cantar en todo evento. Pero Atacocha era tierra cosmopolita, no solo había gente de Cerro de Pasco y me choleaban. Mi profesor se dio cuenta y me amenazó: “Grados, si tú no cantas en el colegio, te voy a aplazar de año”. A los 15 minutos, acepté porque nunca me gustaron las matemáticas.

En 1969 llegó a la mina la famosa caravana de Luis Pizarro Cerrón, con figuras como Pastorita Huaracina y Pepito Quechua. Me escucharon y me trajeron para Lima. Me alojé en la casa de Carmen Pizarro, Cori Huayta, al pie del cerro San Cristóbal. Cantaba esporádicamente y estudiaba en el Melitón Carvajal. Pero se enfermó mi madre y regresé a Atacocha.

Tocaba guitarra y era bueno en el fútbol, ¡tres veces nos hicimos campeones!, pero siempre existe la envidia y un compañero me rompió la cadera. Entonces la vida me quitó un don y me dejó el don del canto. ¿Como la historia de Julio Iglesias, dice? Ja, ja.

TRES. Iba a ser minero, como mi padre, pero me echaron porque decían que sería sindicalista, como mis primos. Un día, a las tres de la mañana, con un poco de dinero bajé a la Carretera Central, tomé un camión y me vine a la capital, donde los hermanos Ángel y Fernando Dámaso acogieron a artistas jóvenes, como Alicia Delgado o yo.

Luego, gané el primer lugar entre 300 cantantes en un concurso de aficionados del Sindicato de Artistas Folclóricos. En 1987 hubo un concurso de autores y compositores, Urpicha de Oro, que hacían TV Perú y el gobierno, lo gané con la muliza “Una patria sin pobres”, que hicimos con Bernardo Melgar.

Verá que todo artista coge una rama. En 1988 hicimos en sociedad con Luis Anglas, director de Los Tarumas de Tarma, el huaylarsh “Pío Pío”, hubo polémica pero la justicia nos dio la razón a los dos.

CUATRO. Creo que hoy estamos viviendo una verdadera era de oro del folclor peruano. Antes no había programas en la televisión ni en la radio, ahora sí, pero son los propios folcloristas quienes solventan todos los espacios con sus recursos, no hay apoyo del Estado.

¿Por qué me llamo folclorista y no folclórico? Yo soy ambos. Folclórico porque me hice artista espontáneamente, sin estudiar en el Conservatorio. También soy folclorista porque me he autoeducado en gran parte de lo que es el folclor.

Ahora he sacado el CD y DVD El minero, son 15 canciones dedicados a los mineros del centro del Perú. Ahí he incluido el clásico “El obrero” y “Con la música entre mis venas”, un huaino que es prácticamente mi biografía.

Una federación de mineros de Chile vio los temas por el Youtube y me han invitado a un evento. Iré porque me siento identificado con los mineros, he vivido cómo sufren ellos y sus familias.
A veces, quise retirarme silenciosamente porque no me parece ético que algunos artistas anuncien que se van para hacer conciertos. Pero yo voy a morir en los escenarios, no me retiraré.

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