El equipo Gein


82 oficiales y subalternos de la Policía Nacional integraron el grupo élite del Gein que desplegó diversas operaciones entre fines de los ochenta e inicios de los noventa. Lograron la captura del Abimael Guzmán y otros altos dirigentes de Sendero Luminoso. Un cuarto de siglo después, los agentes han sido reconocidos como Héroes de la democracia.

Escribe: José Vadillo Vila

1. 
“Y ahí estaba ‘el hombre’, sentado, esperándonos. Sabía que había perdido”. Entraron a la casa con las armas al ristre. Uno de ellos dio con esa puerta corrediza del segundo piso. Cuando Abimael Guzmán Reynoso, el máximo cabecilla del Partido Comunista del Perú-Sendero Luminoso (SL), quien había hecho germinar la guerra fratricida entre peruanos, los vio, les dijo: “Muchachos, no se pongan nerviosos”. Sabía que iba a caer, pero pensaba que lo iban a matar. Estaba sereno. Las mujeres que lo acompañaban eran las nerviosas.

“‘¿Ustedes son del Gein?’, preguntó Guzmán. ‘Sí’, dijimos. ‘Les agradezco que ustedes me hayan capturado’, expresó.

El coronel Luis Flores Solís recuerda que vio a la gente llorar, rezar, aplaudir, cuando los agentes salían de esa casa en Surquillo, aquella noche del 12 de setiembre de 1992, y les decían que habían capturado a Abimael Guzmán Reynoso. “Nosotros lo capturamos vivo, no hicimos un solo disparo. Se hizo un trabajo de salón. Estábamos viendo al hombre invisible”.

Es la primera vez, en 25 años, que Flores declara a la prensa. Es uno de los 82 miembros del desactivado Grupo Especial de Inteligencia Nacional (Gein) de la Policía Nacional, que logró la captura del máximo cabecilla de SL. Fue un trabajo en equipo y todos han sido declarados por ley ‘Héroes de la Democracia’. “Más orgullo sienten mis hijas, mi esposa y mi madre de que nos estén reconociendo por lo que hicimos”.

2. 
La historia de la caída de Guzmán y SL está íntimamente relacionada con el Gein y la Dirección Contra el Terrorismo (Dircote), en la avenida España, Centro de Lima.

El coronel Maoki Tokaichi, exintegrante del Gein, es nuestro guía por la Sala de Exhibición de Objetos Incautados. Las banderolas, artesanías, tienen un común denominador: llevan la hoz y el martillo o el rostro del ‘presidente Gonzalo’. “Aquí nada está al azar. Todos los objetos, por más pequeños que sean, tienen una simbología de adoración hacia ese miserable [Guzmán]. Conocer la simbología nos permite mostrar a las nuevas generaciones de agentes de Dircote quiénes son los enemigos. A no bajar la guardia”.

El 90% de los objetos de la sala se incautó en la operación ‘Isa 90’, el primer gran golpe del Gein: llegó a la primera casa de Guzmán, no estaba pero había dejado todo: gran cantidad de objetos, documentos y libros (estos últimos están almacenados en otro ambiente especial).

3. 
No eran policías normales. La guerra contra los terroristas, así lo exigía. No se podía bajar la guardia. Un horario sin tregua y exclusivo, 24 horas, siete días a la semana. “Sendero decía, el policía descansa o chupa los sábados y domingos, y era cuando ellos trabajaban más. Nosotros trabajábamos todos los días”, cuenta el coronel Flores.

“Llegábamos y salíamos muy temprano de casa. Y tuvimos que pagar un costo social y un resquebrajamiento familiar que solo nosotros conocemos. La mayoría de los colegas tuvo traumas; muchos se divorciaron, se pelearon con sus familias. Es el costo de esta gestión”, complementa el coronel Maoki Tokaichi. Uno de ellos no pudo ver nacer ni morir a su pequeño bebé, pero les reconforta saber que el trabajo valió la pena.

Elena Vadillo Carrillo, “la Morocha”, era suboficial técnico de primera, fue una de las dos únicas mujeres que integró este grupo élite de 82 agentes. Ha vuelto de España especialmente para los reconocimientos, que demoraron 25 años.

85% de los integrantes del GEIN fueron oficiales. Eran 80 hombres y dos mujeres.


El trabajo era agotador, se pasaba hambre, frío, no se veía a la familia. Muchos tiraron la toalla, cansados de no tener descanso. Tenían que cumplir misiones de Observación, Vigilancia y Seguimiento (Ovise) en Villa El Salvador, Chosica, Ancón, San Juan de Lurigancho. Más de una docena de operaciones que hicieron en dos años. “Jefe no pasa nada”, decían agotados, de horas de “marcar”, en un parque, una esquina. Pero los superiores les repetían “el hombre de inteligencia no se cansa, tiene paciencia”. No se podía dar tregua. Y de pronto, salía alguien, se “hacía contacto”.

Desde “El Palomar”, la casa desde donde vigilaban los movimientos de la vivienda que Maritza Garrido Lecca había alquilado para academia de danza y en cuyo segundo piso ocultaba al líder de SL, sacaban rutinas visualizando todo lo que se movía en la casa. “la Morocha” recuerda que el día anterior, entre las cortinas, vieron la sombra de un hombre “grueso y chato”, que se movía de manera nerviosa.

La salida en breve de varios miembros de SL o la muerte, la semana pasada, de tres policías por narcoterroristas les afecta de sobremanera. ¿Qué piensan de que muchos de los que ayudaron a capturar van a salir en libertad?

“Lo que queremos es que las nuevas generaciones se enteren de lo qué pasó, y todo el desastre que ocasionaron esos delincuentes terroristas sanguinarios. Yo, por mi país, si volvería a nacer, volvería a hacer ese trabajo”, resume Vadillo, quien es soltera y dice que los dos jefes del Gein fueron maravillosos, lograron crear un gran equipo.

El coronel Rubén Zúñiga Carpio, uno de quienes fomentó la creación del salón, fue parte del equipo encargado del análisis del material recolectado.

“La basura [recolectada de la casa de Garrido Lecca] tiene su propio lenguaje y nos ayudó un montón”. Ese equipo trabajó con un banco de muestras y apoyados en la criminalística. Además de la casa de Los Sauces se trabajaba en más de 10 casas en todo Lima.

Recuerda que el hoy preso coronel Benedicto Jiménez, al crear el Gein, sacó utilidad de los detectives especializados en investigación criminal. El personal tenía un perfil, gente muy responsable, comprometida con un propósito. Solo así se pudo dar el golpe mortal a Sendero Luminoso.


(*) Publicado el lunes 11 de setiembre de 2017 en el Diario Oficial El Peruano. 

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