Ataques a la luz


El pintor Enrique Polanco interviene 14 fotografías de Martín Chambi para ofrecer nuevas lecturas sobre la obra del retratista cusqueño. 

Escribe: José Vadillo Vila
Retrato Enrique Polanco: Melina Mejía / Agencia Andina

Juego de espejos. El poeta de la luz observa de perfil cómo queda positivado su retrato. Posa para el lente de su cámara –se hace un selfie, como decimos hoy–y se llama Martín Chambi (1891-1973).

Pero ni corbata ni terno ni nada son más blanco y negro. Tornaron rosados, amarillos, verdes. La fotografía, ampliada a 1.00 x 0.70 metros, sigue siendo un Chambi a la vez de algo novísimo: un Chambi-Polanco, un homenaje al fotógrafo cusqueño por un pintor limeño. Una reinvención. Un diálogo entre dos artistas con casi un siglo de separación. Un producto de la posmodernidad.

La paleta de Enrique Polanco (Lima, 1953) ha intervenido sobre el delicado papel fotográfico alemán; para que fotografía y pintura ingresen al orgasmo de color y texturas en las 14 fotografías intervenidas de la muestra Las iluminaciones. Homenaje a Martín Chambi.

Ocho meses con Chambi

Fue un trabajo exhaustivo. De enero a agosto, Polanco se encerró en su estudio en Barranco. Se olvidó de su maestro, Víctor Humareda. De las esquinas feas de Lima cuadrada que él hermosea con personajes bellamente grotescos.

Ocho meses pintando desde las ocho de la mañana hasta las primeras horas de la tarde. En la soledad de su estudio trashumante, acompañado por la invariable música de Filarmonía o Accujazz, Polanco sintió como si el fotógrafo cusqueño y sus personajes muertos respiraran sobre su nuca aprobándolo. “Sabía lo elemental de Chambi y sentía que solo debía pintar para la muestra.”

Movía el pincel, esparcía los chisguetes de pintura observando al infinito las fotografías del cusqueño. “Y nadie conoce esas fotos como yo, porque las he tenido meses, todos los días”, dice en desafío.

Fijaba las fotografías en una base de madera para que los colores, que son expresionistas, tan Polancos, tan limeños a su manera, se queden fijos en ese ámbito cusqueño clásico.

Con Polanco recorremos las dos salas donde moran Las iluminaciones. Él ya había trabajado el collage entre fotografía y pintura, mezclando “lo real de la fotografía”, con “lo real-imaginario” de su pintura, que es urbana, figurativa, suya. “No fue un ejercicio nada fácil. Una cosa era intervenir las fotografías que hago, o que han sido publicadas en los periódicos, y otra intervenir a Chambi.”

Título de la muestra

Si bien el título de la muestra puede llevarnos a pensar en la técnica de la iluminación de la fotografía (un precursor del Photoshop), tan utilizada desde el XIX, “estamos sobre todo frente a intervenciones. Pero me gustaba el nombre, así que quedó para la muestra”.

Polanco ve a los personajes de Chambi en el Cusco que su pincel ha pintado. “Estoy seguro de que ellos han caminado por ahí”. Se refiere al palomilla que un policía jala de la oreja mientras posa para el lente; o al famoso gigante de Paruro, que ahora posa a los pies del balcón de Herodes en la capital inca mientras un organista toca frente a Machu Picchu.

La idea de Las iluminaciones nació hace ocho años cuando el fotógrafo Herman Scharwz, curador de la muestra, le enseñó a Polanco un calendario publicado en Brasil con fotografías ampliadas de Chambi. ¿Cómo sería trabajar sobre eso?, pensó el pintor. El año pasado solicitaron permiso al Archivo Fotográfico Martín Chambi, del Cusco, para poder manipular las imágenes en gran formato.

Entrevista

Lo primero que piensa el artista con 35 años de trayectoria, es que tras esta experiencia de Las iluminaciones “mi paleta ha cambiado. Se ha enriquecido con Chambi”. Pintar sobre blanco y negro, sobre el acrílico, ha sido novedoso para Polanco, acostumbrado a trabajar con lienzos que llevan por bases amarillos, rojos o azules, “bien aguados”.

¿Cree que es el comienzo de un nuevo capítulo para su pintura?

No me voy a dedicar a pintar Chambis. Es un alto en el camino. Yo regreso a la Lima urbana, fea, marginal. Lo urbano es lo mío, pero es un tema muy amplio. Tengo que sentarme y pensar por dónde irá la cosa. Pero no sé todavía qué pintaré. Mi próxima muestra será en un par de años o tres.

El universo Polanco es el Centro de Lima. ¿Ha pensado en explorar con su pincel Lima Norte, por ejemplo?

Sí, por qué no. Es una idea que está hace mucho tiempo, los conos, donde está la efervescencia de la nueva clase media peruana. En Comas hay barrios residenciales, está el dinero y los emprendedores, que son los hijos de los hijos que vinieron con una mano adelante y otra atrás.

Usted utiliza la fotografía como herramienta para sus cuadros. ¿Se animará a exponerlas?

Me gustaría exponer las fotos que hice en la China de Mao, cuando el Tibet estaba cerrado para los extranjeros. Fui a estudiar un posgrado de arte en 1984, tengo las fotos en blanco y negro; viví las carencias y limitaciones de los chinos. Y tengo los negativos que están rayados.

En el país asiático, Polanco dejó de ser un “rabioso expresionista” y encontró el “equilibrio filosófico” que necesitaba su pintura.

–¿Cómo ve su trabajo en retrospectiva?

–Creo que hay una evolución. Estoy contento a donde estoy llegando: estoy llegando a una madurez pictórica.

–¿Es de visitar muchas exposiciones?

–No, salvo que sea algo que me interesa, y como ahora no hay casi nada, no voy. Me interesa ver arte y pintura en una exposición, pero ahora en una exposición hay cualquier cosa menos pintura. Ahora los pintores somos unos dinosaurios. A la pintura la han tratado de asesinar muchas veces, pero nunca han podido, es como liquidar el libro. Yo no creo que internet pueda desaparecer al libro físico, pero el día que suceda será espantoso.

–¿Y qué es la pintura para usted?

–La pintura, a diferencia de lo que cree la gente, es un acto doloroso. La inspiración no existe. Eso de las musas son tonterías. Tú estás pintando un cuadro y ves que hay etapas del cuadro que son pesadas, y tienes que culminar para pasar a otra. Es molesto porque no pintas feliz de la vida. Tampoco vivo en una torre de cristal. Estoy totalmente al día, porque ese es mi trabajo.

Dato

Las iluminaciones va hasta el 11 de diciembre en la galería El Ojo Ajeno, en el Centro de la Imagen (Av. 28 de Julio 815, Miraflores). Horarios: de lunes a viernes, de 9:00 a 21:00 horas; sábados, de 9:00 a 15:00 horas. Ingreso libre.



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