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Cuando uno tiene entre manos un libro de perfiles tan bien escrito, no importa que los sujetos citados le sean ajenos o que muchos detalles sean conocidos. ¡Qué más pedir! si el manojo de hojas unidas por pegamento, llámese libro, venga cargado de un envidiable humor y que su autor halla empleado pocas palabras para cada personaje, como con cuentagotas (se lo agradecemos los practicantes a la fuerza de la economía de mercado).

Sí, el volumen que nos ofrece Julio César Londoño está hecho para los lectores que nos quedamos calvos por el estrés de trabajos sin horario de salida, para las mujeres que subidas en el microbús sólo quieren llegar a la casa, olvidarse de la faja y divertirse con algo mientras calienta la comidas en el microondas. Es decir, para los que vivimos en los extramuros de esa “cultura” anquilosa que se come el propio rabo eternamente. No es un libro para la gente culta, aunque lo pueden digerir si se dejan de poses.

El periodista colombiano regala diecisiete perfiles donde figuran algunos colombianos universales: el primero, por orden de respeto, Gabriel García Márquez (¿qué sería de las librerías colochas sin alguna novedad que hable del “Gabo”?), el actual presidente Álvaro Uribe, el roquero Juanes, la hoy blonda-con-su-plata Shakira, el piloto de fórmula 1 –nunca campeón- Juan Pablo Montoya, la escotada modelo Sofía Vergara, el arquero casi perdido en el olvido René Higuita, y algo, sólo algo, de Álvaro Mutis y su relación nunca confirmada con la escritora mexicana Elena Poniatowska, alias condesa Sonia Poniatowska. (En realidad lo Mutis es un pretexto. Aparte que al escritor se le considera más mexicano que colombiano. El punto de Londoño es hablar de doña Elena, en base a una entrevista que tuvieron en Lima).

Junto a ellos, hay héroes “menores”, no mediocres. Carecen de importancia para el gran público hispanoamericano, más sí revisten de interés para los colombianos. De lo contrario, los marqueteros de la editorial Norma no perdería tiempo en hablar de gente anónima. Pero no citaré sus nombres por ociosidad y porque quiero que no te agotes ni te hagas una duda grande si no sabes nada de ellos.

Estas son las historias de los ricos y famosos, un manual del éxito por el trabajo duro, unos, y de suerte, otros, y de las combinaciones de estos factores.

Coincido sólo en parte con el historiador Arturo Alape, cuya opinión se recoge impresa en el marcador que acompaña al libro: “Estamos frente a diecisiete biografías formidables escritas con un ritmo ascendente y un respeto que no excluye la maledicencia. Atrapan porque nos revelan verdades hondas de los personajes con líneas y rasgos que configuran retratos de humanidad”.
No creo que Nuestros ídolos sean biografías sino retratos “formidables”, acercamientos breves a los personajes, donde la maledicencia es bienvenida si es parte del personaje, de lo que se dice o está escrito y confirmado.

Aunque no conozco del todo a cada personaje, no me trago eso de que “nos revelan verdades hondas de los personajes”.

Me guío por el olfato de periodístico y por lo poco que conozco de esos personajes universales para afirmar que Londoño no trae bajo el brazo grandes revelaciones, destapes, sino que él se ha dedicado sobre todo a escarbar hemerotecas, avivar las cosas con una que otra entrevista propia, y darle “color” y unidad a cada personaje: decir lo que se sabía pero en forma armoniosa y alegre. Como una profilaxis, pero bien escrita, que vale la pena leerla, mientras se va en el microbús al trabajo.

Ejercicio de la brevedad
Me parece también afortunado Nuestros ídolos como ejercicio de la brevedad, lo que le acerca más a la realidad de espacios breves que vivimos en los cada vez menos medios impresos del continente.

Un par de adjetivos, y Londoño ya tiene al personaje entre nosotros. Eso es cosa de la gente con mucho oficio. Por ello, resulta recomendable el libro para aquellos que quieren ser periodistas de raza, no ligados a los reality-telenoticiarios de la asfixiante caja boba.

Además, Londoño como periodista debe ser bastante espeso cuando trata a algunos, y guantes de seda cuando está con una dama. Por eso, el puñetazo que le propinó el zaguero de cabellos alborotados, René Higuita. Si quiere saber más, mejor lea el libro.

Lima, lunes 24 de abril de 2006


Ficha
LONDOÑO, Julio César. Nuestros ídolos. Retratos no autorizados. Bogotá: grupo editorial Norma, 2005. 1era edición. 181 páginas. (Colección Historias no contadas. Dirección editorial de María Elvira Bonilla)

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