Angélica: mamá memoria
La ayacuchana Angélica Mendoza (1929-2017) buscó a su hijo
por 34 años. Organizó a las mujeres y dio cobijo a huérfanos de la guerra
interna 1980-2000.
Escribe: José Vadillo Vila
1.
“¿Maypi kachkanki Arquímedes?”. “¿Dónde estarás
Arquímedes?”. De la mamá Angélica recuerdo sus ojos de insondable tristeza.
Aquella última vez que la entrevisté, en el 2015. Su esposo acababa de
fallecer. La pena era doble entonces, el corazón más frágil. “Estoy sola, estoy
triste”, repetía la mujer coraje, cuya voz en quechua matizaba con algunas
palabras en castellano.
Su esposo, el profesor Estanislao Ascarza, era su fortaleza,
“hija, camina con cuidado”, le decía. Él se cargó con la responsabilidad de
criar a las hijas menores, mientras ella tocaba puertas, de la prefectura y
juzgados huamanguinos, cargando una cruz de 1.50 metros, aunque la Iglesia
católica le dio la espalda. Luego siguió en Lima y viajó 12 veces fuera del
país.
Porque lo más terrible para un padre, una madre, no debe de
ser la muerte de su hijo, sino cargar con el calvario de no saber dónde está su
cuerpo para darle sepultura. Eso vivió Angélica Mendoza de Ascarza durante 34
años.
2.
Todo empezó la madrugada del 3 de julio de 1983, cuando
soldados del cuartel Los Cabitos entraron a su casa y se llevaron a Arquímedes,
uno de los menores de sus ocho hijos. “¿Por qué se lo llevan?”, preguntó ella.
“Solo vamos a conversar”, dijeron.
Desde ese día, mamá Angélica comenzó a caminar, a tocar
puertas. “Mamá, por favor, estoy en el cuartel, buscar modos posibles de que me
pasen al abogado”, le escribió Arquímides a los 15 días, un mensaje que salió
desde Los Cabitos. Nunca más supo de él.
Se encontró con otras madres, esposas, hermanas, que vivían
la misma zozobra de no saber dónde estaban sus seres queridos y qué hacían con
ellos. Ella las juntó y fundó así la Asociación Nacional de Familiares de
Secuestrados, Detenidos y Desaparecidos del Perú (Anfasep).
Porque, como recuerda un video testimonial que exhibe el
Lugar de la Memoria (LUM), entre 1983 y 1987 se dieron las mayores
desapariciones de personas. Los cuerpos los tiraban descabezados a las afueras
de la ciudad de Ayacucho.
“El mensaje de mamá Angélica es sencillo y, a la vez,
poderoso. Nos alienta a repudiar la artimaña, a despreciar la argucia, a no
capitular frente al atropello. Somos testigos a diario de actos mediocres y
mezquinos, pero en ocasiones somos bendecidos por la máxima grandeza que puede
alcanzar el espíritu humano. Quien conocía a mamá Angélica no podía sino
sentirse interpelado por su palabra amorosa y verdadera”, ha escrito Salomón
Lerner, presidente de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (CVR).
3.
A mamá Angélica le arrancaron su hijo, pero le dieron el
amor de cientos. En su velatorio y entierro en la ciudad de Ayacucho la
lloraron muchos jóvenes. Eran algunos de aquellos niños huérfanos que dejó esa
guerra infernal: mama Angélica y las 35 socias fundadoras de la Anfasep
recogieron, dieron de comer, criaron.
Los ministros de Justicia y de Cultura, Marisol Pérez Tello
y Salvador del Solar, llegaron a Ayacucho para las exequias y escucharon estos
testimonios. Del Solar dijo que la memoria de mama Angélica debería de estar en
los libros, ser recordada.
“De su caso se tiene que hablar. Es una verdad incómoda para
algunos sectores, pero es una verdad urgente para saber lo que pasó”.
Para la antropóloga Francesa Uccelli, coautora de Atravesar
el silencio. Memorias sobre el conflicto armado interno y su tratamiento en la
escuela (IEP, 2017), la escuela enseña muy poco de esas dos décadas de
violencia porque no se dan las condiciones adecuadas para enseñarla. “En la
sociedad en general no se puede hablar con total libertad. Los actores de la
guerra están vivos y hay intereses de distintos grupos, con versiones distintas
de lo que pasó no obstante el informe de la CVR. Nos falta libertad para hablar
críticamente, bajo un enfoque de democracia y derechos humanos, donde no
importa quién fue el perpetrador, sino que sea sancionado en realidad”.
Sin embargo, recuerda que la historia y figura de la mamá
Angélica, mujer, madre, pacífica y carismática, es muy importante para hablar
sobre este momento del Perú. “Algo que nos falta como país es la empatía. Un
sector de la población no conecta por distintas razones. La historia de mamá
Angélica es increíble. Y el valor del amor por su hijo tiene una mayor
potencia. Su lucha es la de otras mujeres que siguen”, recuerda Uccelli.
4.
El 18 de agosto, mamá Angélica asistió a la Segunda Sala
Penal Nacional de Lima. Escuchó atenta durante siete horas la lectura de la
sentencia del caso ‘Los Cabitos’ para dos de los siete exmilitares implicados
en torturar, ejecutar y desaparecer a decenas de detenidos. Uno de ellos fue
Arquímides. Se dieron sentencias por 23 y 30 años. La justicia demoró 34 años.
A los 10 días, mamá Angélica falleció. Su búsqueda tenaz llegó al punto final.
El dato
347 niños huérfanos de la guerra acogieron mamá Angélica y
la Anfasep.