Maestros de las manos
Con un énfasis en los colectivos de artesanas de Piura y de la comunidad shipiba de Cantagallo, Ruraq Maki, la feria Hecho a Mano, llega a su año 11, mostrando lo mejor de las líneas representativas artesanales de 22 regiones del país. (*)
Escribe: José Vadillo Vila
1.
Agustín Piminchumo tiene la piel pigmentada por 82 años
vividos bajo el sol de Huanchaco. De sus manos salen desde sombreros, iglesias
y cristos hasta muelles, lanchas, yates, bolicheras y caballitos. Todo hecho a
base de totora.
Lleva más de medio siglo dedicado a trabajar con esa planta
de pantanos y de tallo erguido, en esa caleta de Trujillo. Lo aprendió “poco a
poco”, observando a sus abuelos, Juan y Víctor, uno pescador y el otro
carpintero.
El jueves, recibió el diploma de Personalidad Meritoria de
la Cultura. Es la primera vez que participa en la feria Ruraq Maki, donde sus
caballitos vuelan.
La señora María Cristina Mendoza habla sin dramatismos, a
pesar de que en marzo, “el agüita de El Niño Costero” se llevó el 70% de las
viviendas de Narihualá, pueblo de Catacaos, Piura. La asociación Ñari Walac,
que ella preside y agrupa a 70 madres artesanas, perdió materias primas,
moldes, tintes, y la maquinaria se malogró. Lo perdieron todo. “Salimos sin
nada”.
Ahora, con ayuda del Estado, arreglan la maquinaria. Una
señora de Lima les apoyó con 170 manojos de paja toquilla. Han vuelto a
trabajar y llegan por vez primera al Ruraq Maki.
“En esta edición se hace énfasis en las artesanas de paja
toquilla de cuatro asociaciones de Catacaos, que sufrieron las inundaciones de
marzo pasado y perdieron sus materias primas y moldes. Es necesario apoyarlas
para que puedan seguir trabajando en su arte, el cual podría también perderse”,
comenta Soledad Mujica, directora del Patrimonio Inmaterial del Ministerio de
Cultura, entidad que organiza la feria.
2.
Ruraq Maki llega a su undécimo año difundiendo el arte de
diversos artistas populares. Los premiados artesanos huancaínos Pedro y Javier
Gonzales están desde los inicios trabajando con figuras que tienen soporte de
maguey, de pasta colada y pintura. Miran en perspectiva la feria.
“Realmente, el Ruraq Maki ha causado un impacto en el
público limeño. La mayoría de los compradores son peruanos y eso es bueno. Se
nota que hay todo un interés de la gente que ama el arte”.
La premisa de esta feria, Hecho a Mano, es que la artesanía
popular de 22 regiones del país se oferta directamente, sin intermediarios, al
gran público.
¿Hay opciones para modernizar o hay que seguir a rajatabla
las tradiciones? La cusqueña Abedail Aller Escalante aprendió a los 13 años la
imaginería como ayudante de taller de su famoso hermano, el gran amauta,
Abraham.
Ella presenta una producción femenina, de su madre, de su
hermana: angelitos, bailarines de la fiesta de Paucartambo, vírgenes. Cuenta
que ya empezaron a trabajar “duendes” para las fiestas navideñas.
“Antiguamente se hacían las piezas coloniales de puro
maguey, y ahora estamos rescatando esa técnica. También rescatamos el brillo de
las piezas. Hacemos otras piezas en pasta de arroz, en policromado en papel
maché porque debemos variar la técnica e innovar, sino el trabajo de la
artesanía solo repite y cansa al público”, explica.
130 colectivos de artesanos están presentes en esta nueva edición.
3.
Para los artesanos, participar del Ruraq Maki es vital. El
paro en el sur del país hizo la ruta más larga, pero ya terminaron de
instalarse, trayendo su preciado arte heredado y remozado.
La feria es una fiesta de colores, materiales y tradiciones.
Una metáfora del Perú.
Otro de los énfasis de esta edición ferial es en la difusión
del trabajo de las artesanas y pintores asháninkas de Ucayali, radicados en
Cantagallo (Rímac, Lima), comunidad a orillas del río Hablador que el año
pasado sufrieron un incendio.
Las cosmovisiones son un actor omnipresente y la maestra
Lastenia Canayo, del Bajo Ucayali, pinta, en bordados hechos a mano, a los
“dueños” de las plantas y de los animales. “Para mí es importante Ruraq Maki
porque nuestro trabajo hecho a mano se valoriza”, dice.
4.
Si en un estand se lucen los bolsos con el escudo peruano,
distintivo de las mujeres de Huamachuco (La Libertad), que presenta la
asociación Los Laureles; en el siguiente encontrará el arte de cestería del
pueblo Ticuna, de la comunidad de Bufeo Cocha, en Mariscal Castilla (Loreto),
quienes lucen sus finos y utilitarios tejidos por vez primera en Lima.
Continuidades y renovaciones. Las máscaras de la fiesta del
Paucartambo, que Víctor Salcedo Rojas elabora con base en el papel maché y
pasta de yeso, siguen esta tradición. Pero sus paisanas, las hermanas Cachi
Yupanqui, son de las cuatro joyeras que participan en el Ruraq, y ponen a la
tradición del trabajo con la plata, los diseños contemporáneos.
Los adornos conviven con lo utilitario en el Ruraq Maki.
Como la cestería del Norte Chico y el Sur Chico. Soledad Mujica nos recuerda
que las coloridas canastas de Huacho son hechas de junco, tienen una tradición
de 5,000 años, desde Caral.
Uno de los fines de la feria es salvaguardar las técnicas
que se pueden perder: se está poniendo en valor a la alfarería rústica de
Huayllay, en la región Pasco, que ya venía retrocediendo ante el avance en el
mercado del polietileno. Venga, visite, conozca y compre un pedacito del Perú
hecho a mano.
Chile y México en 2018
El próximo año, el Ruraq Maki, por vez primera, recibirá a
artesanos de otros países. Para julio de 2018, se anuncia la llegada de una
delegación de artesanos de pueblos indígenas de México. Y en diciembre del
próximo año llegará un grupo de artistas indígenas de Chile. El anuncio lo dio
a conocer el jueves el ministro de Cultura, Salvador de Solar, durante la
inauguración de la nueva edición de la feria.
Por su parte, Soledad Mujica recordó que las piezas de arte
contemporáneo peruano no tienen problemas al ser vendidos al extranjero. Dijo
que para ello se ha capacitado al personal de Aduanas, y hay personal del
Ministerio de Cultura en los aeropuertos.