El Paraíso de las cataratas
Escondidos a más de dos horas en deslizador desde el puerto
Huicungo, a orillas del río Huayabamba, se ubica una serie de cataratas de gran
altura que se conocen como El Breo. Le dicen también el Paraíso de Dios, el
Paraíso del Amor. (*)
Escribe/Fotos: José Vadillo Vila
Es luego de ese rápido -pasados los 140 minutos de viaje-
cuando la humedad empieza a pegarse al cuerpo como gesto de bienvenida; y la
neblina aparece, se hace telón de fondo para el asombro: A ambas bandas del
Huayabamba surge ese rumor de los chorros de cataratas desde los montes verdes,
infinitos, apoteósicos. Hemos llegado al Paraíso. Por lo menos, a lo que parece
una sucursal de él.
Por momentos, el viajero sentirá que no está en un apartado
de la región San Martín, mientras saca embobado vistas en su teléfono
celular, que aquí sólo sirve para eso. Pensará que estamos en la luna
Pandora y que en cualquier momento saldrán los humanoides navi que creó el
cineasta James Cameron. Sí, estamos ingresando a la zona de El Breo, y más
parece una locación natural de la película Avatar, llena de pinceladas del
agua entre el verde, como bendición de algún dios juguetón.
Atrás, a dos horas y media, quedó lo que llaman
civilización, en el puerto Huicungo, distrito de Huicungo, provincia de
Mariscal Cáceres, San Martín, nororiente del Perú, para más referencias. Los
celulares han dejado de recibir señales en algún rápido mientras nos cruzábamos
con otros deslizadores y nos saludan, con personas que viajaban lentamente en
flotadores hechos de cámara de llanta de camión o balsas hechas de troncos de
madera para transportar río abajo los productos de las chacras desde los caseríos
minúsculos a ambas bandas del río. No importa. Es mejor el silencio tecnológico
para disfrutar de este ensueño.
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El primero que me habló de las bellezas de El Breo fue Renán
Cachique; ha vivido más de media vida en Lima y ahora, por la enfermedad de su
madre, se ha jubilado y ha vuelto a su tierra, como haciendo eco a la letra del
vals de César Miró, "Todos vuelven". Tiene los pantalones
arremangados y los pies descalzos porque tiene que meterse al agua en cualquier
momento para zafar al deslizador, llenar el combustible, jalar la embarcación
hacia cualquiera de los puertos diminutos de esos caseríos de los distritos de
Pachiza o Ubicungo, que se miran eternamente a ambos lados del Huayabamba, que
no es río chico sino ancho y cargado, el principal afluente del Huallaga. Y
Renán Cachique se gana la vida como ayudante del motorista de deslizador, que
es de su hermano.
-¿Y cuánto me costará llegar a El Breo? -pregunto a Renán.
-Tiene que quedar con el motorista. Debe ser más de 30 soles
por persona y más porque se necesita bastante combustible para llegar, y hay
que esperarlo para que retorne porque en El Breo no hay dónde dormir.
A veces nos topamos con pescadores en las riveras. Mientras
avanzamos hacia El Breo, bajo nosotros, en esas aguas de color marrón, van los
súngaros, los bocachicos, las carachazas, los dorados mientras las garzas se
solazan en alguna playa mínima, entre plantaciones de cacao, de café, de maíz,
de plátanos. Antes todo era verde de cultivos de coca, eso fue antes, me cuentan
los lugareños. Ahora son otros tiempos, también dicen; tiempos de agricultura
alternativa. Arriba, bandadas de papagayos, algún tucán solitario y aves de
diversos colores, cruzan en total libertad.
Antes era imposible treparse hasta aquí, era dominio del narcotráfico y no había turismo que valga. Ahora nuevamente se vive el placer del silencio, el bramido del agua que cae, las voces de los animales, a veces, mirar hacia arriba y toparse con los árboles de tallo largo...
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Sí, en este Paraíso de cataratas, no hay dónde dormir. Pero
César Villanueva, el presidente de la región San Martín, me explica que se
trabaja en ello porque la meta que se han propuesto es traer la mayor cantidad
de turistas nacionales y extranjeros "para que disfruten este espectáculo
que hay".
-Y también nos generen una suerte de economía, que ayude en
la lucha contra las drogas y genere economía para estas zonas, donde antes era
impensable caminar, y ahora caminamos con toda la tranquilidad del mundo. Hoy
en día los turistas pueden venir con total tranquilidad, dice.
Para ello, hay un equipo "entusiasta" que tiene
por meta darle a quienes quieran llegar a El Breo, un viaje placentero, seguro,
con guías y guardabosques. "La zona del Alto Huayabamba, es uno de los
últimos paraísos que quedan, así que apúrense en venir -agrega Villanueva. Es
el Paraíso de las Cataratas, el Paraíso de Dios y el Paraíso del amor".
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El deslizador se planta en una playa porque no hay puerto,
justo a los pies del ojo principal que da nombre a este sistema de aguas que caen
en perpendicular, han pasado casi veinte minutos desde que empezamos a ver las
cataratas. Un tronco caído nos sirve como puente para avanzar hacia el lado
donde cae la cascada principal de la zona.
Dicen que El Breo tiene alrededor de 140 metros de
altura. La humedad agita el corazón mientras caminamos unos veinte minutos a
pie hacia arriba, para llegar y tener la mejor panorámica.
El gobierno regional acaba de implementar, en diciembre
último, un sistema de escalerillas de madera y dos miradores y un baño, que
permiten al visitante avanzar y apreciar mejor esta fuente de agua. Aún así,
los zapatos se llenan de lodo, es la misma humedad del lugar que vuelve barro
mientras el follaje continúa impertérrito.
Un guardabosques que nos conduce, me repetirá en otras
palabras lo que me dijo César Villanueva: antes era imposible treparse hasta
aquí, era dominio del narcotráfico y no había turismo que valga. Ahora se vive
nuevamente el placer del silencio, el bramido del agua que cae, las voces de
los animales, a veces, mirar hacia arriba y toparse con los árboles de tallo
largo, que dejan pequeños claros.
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Cada ojo de agua es distinto. El de la catarata que da
nombre a esta red de caídas de agua, El Breo, tiene la particularidad de haber
horadado, a lo largo de los siglos, una boca enorme en una piedra milenaria. Es
su sello. Hay otras piedras de grandes proporciones y helechos, que son
atractivos adicionales y que hacen que la caminata cuesta arriba, hacia los
miradores, valga la pena; sumado al placer de refrescarse en esas corrientes
frías. Empero la humedad apaña las cámaras y deja espacio al placer de narrar
lo vivido, como lo hacían los abuelos en los tiempos sin nuevas tecnologías.
Renán Cachique me dijo que todos los de por aquí, en estos
caseríos, conocen de El Breo, vienen hasta aquí, inclusive algunos turistas de
Lima o el extranjero, pero son muy pocos. Pero nadie sabe cuántas cataratas hay
en esta zona.
"Y esto es sólo el inicio", me explica Willmer
Neyra, gerente de la subregión Juanjuí, parte del equipo
"entusiasta" que busca empoderar El Breo entre los turistas. Ha visto
ya a visitantes asombrados ante tanta belleza. Dice que están apurándose en dar
las condiciones necesarias par que pueda venir el turismo a esta zona de San
Martín.
Sí, las cataratas de El Breo se extienden otra hora más para
arriba, como quien va ala región La Libertad, que es con la cual colinda esta
zona. Es una hora más hasta el lugar donde entra el deslizador, dicen, luego
puede haber más cataratas, para alimentar el placer de los ojos.
Desde las aguas del Huayabamba, hay cartelitos en madera,
con el nombre de las especies, con señalizaciones, Wilmmer Neyra explica que lo
han hecho los habitantes de Dos de Mayo, con el nombre de las plantas, con
señalizaciones. Desde julio de 2010, la Asociación de Protección de Bosques
Comunales Dos de Mayo-Alto Huayabamba, formada por familias del centro poblado
Dos de Mayo, tienen la concesión por 40 años para la conservación de El Breo,
aquí en el distrito de Huicungo. Dice Neyra que ya la concesión tiene un
pequeño albergue donde pueden pernoctar hasta 10 visitantes. Ahora sólo falta
animarse y darse una vuelta por aquí, un mundo silvestre. Siéntase un Jake
Sully libre, paseando en la tierra de los navi, un Paraíso a la vuelta de la
esquina.
ALGO MÁS
-El gobierno regional de San Martín elabora un documental
para promocionar El Breo. Éste se debe de lanzar en los primeros meses de 2012.
-Cómo llegar: Primero, de Tarapoto a Juanjuí (dos horas),
luego hasta puerto Huicungo (media hora). En este lugar tome un deslizador (son
dos horas y media por el río Huayabamba).
-113 mil hectáreas es el área de conservación de El Breo,
espacio de bosques montanos que pertenece a la zona de amortiguamiento del
Parque Nacional Río Abiseo.
(*) Publicado el 02 de enero de 2012 en el semanario Variedades del diario oficial El Peruano.