Los atrapanieblas
¿Puede la niebla limeña ser también una opción de agua para
miles? En zonas donde la niebla es más densa y húmeda y hay cooperación
vecinal, ya es realidad.
Escribe: José Vadillo Vila
Fotos: Óscar Farje, Agencia de Noticias Andina
Tres metros más allá surge este escenario fantasmagórico.
Como salido de la mente del escritor Stephen King o de una película de
suspenso, aquí, en esta cima entre Villa María del Triunfo y Manchay, a 1,120
metros sobre el nivel del mar, es mediodía, pero la neblina no permite ver nada
a más de tres metros.
Neblina color panza de burro, abundante, casi claustrofóbica
para el no acostumbrado. Mientras se escala estas lomas peladas, que en
invierno se llenan de vegetación estacional, se escuchan risas, órdenes; las
sombras se humanizan. Son los habitantes del asentamiento humano Villa Lourdes,
de 500 familias, casi todos inmigrantes de diversas esquinas del país.
Aquí, la humedad en invierno tiene un promedio de 95%.
Gracias a la asesoría técnica de la organización Peruanos Sin Agua, los vecinos
recogen el agua de la niebla y en un mediano plazo harán pozas para almacenar
el líquido elemento y crear biohuertos o una pequeña red para distribuir el
agua, ducharse. Y así ahorrar dinero. Porque en Villa Lourdes y alrededores,
los camiones cisterna llenan un tanque por 30 o 40 nuevos soles. Es el agua más
cara del país.
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“Es una joya y es nuestra responsabilidad cuidarla.” A
Esteban Canales, secretario de organización de Villa Lourdes, esta mañana le
toca trabajo comunal. Los vecinos se turnan para tensar las mallas rashell en
los palos de bambú y que la niebla gotee correctamente a los tubos de PVC y se
almacenen en los tanques de 2,500 litros de capacidad. Deben de hacer guardias
nocturnas porque ya hubo intentos de robo de mallas.
Para llegar a Villa Lourdes se avanza por un costado del
populoso cementerio Nueva Esperanza, de Villa María. Se necesita tomar combi y
luego mototaxi. Paolo Cruz, de Peruanos Sin Agua, explica que no en todas las
zonas donde hay neblina se pueden poner estos “sistemas de atrapanieblas” o
“cosechadores de agua”. “En el 80% del país la neblina es semihúmeda y no sirve
para los atrapanieblas”.
Pero lo primero es el compromiso de la comunidad, que se
capacita para que mantenga a diario, durante todo el invierno, estos sistemas
económicos. La oenegé vuelve cada 15 días a supervisar cómo van los
atrapanieblas.
La mayoría son experiencias gratas, como en Villa Lourdes,
donde el grado de organización ha permitido aumentar el número de mallas y hacer
que la niebla se convierta en agua y el agua en vida.