Voces Extranjeras



Escribe: José Vadillo Vila
Foto: Melina Mejía / Agencia de noticias Andina.

La sombra y la fama de Rosario Tijeras –esa novela corta que te coge de la primera a la última línea– hace pensar que Jorge Franco (Medellín, 1962) ha recibido muchos premios internacionales, pero aclara que no, solo el Dashiell Hammett en 2000 y ahora, por El mundo de afuera, el Premio Alfaguara de Novela 2014.

Es una historia “un poco más visual”: empieza con un plano muy abierto que muestra Medellín de los sesenta y los setenta; luego el castillo que existió y del cual Franco, de niño, fue vecino. Entonces, en pantalones cortos, el escritor no pensaba en este oficio; prefería soñar con otras formas de narrar, como el cine.

Memoria y violencia
La imagen se va cerrando hasta mostrarnos a los protagonistas, con Isolda a la cabeza, aquella niña que parece vivir en otro mundo. “Traté de hacer un viaje de regreso a ese Medellín de la memoria, recuperé la sensación de una época”, dice Franco. Es una época bisagra, marcada en 1971 por el secuestro a don Diego, un hecho que desencadena la novela y también marca un cambio en la ciudad.

¿Cómo era el Medellín de su  memoria?
–Muy tranquilo, muy bello; jugábamos en las calles hasta altas horas de la noche, pero de pronto aparece esta amenaza y se quedó. Muy pocos años después, entró en esa ruleta rusa donde el secuestro fue aplicado por narcos, paramilitares y la guerrilla.

¿Y cómo percibe a su ciudad hoy?
–Hay muchos cambios positivos. La muerte de Pablo Escobar partió nuestra historia violenta en dos. Nos mostró que el enemigo era derrotable. La ciudad empezó su recuperación a partir de la educación, de fomentar cultura, de construir escenarios deportivos. Pero quedan tareas pendientes muy fuertes. La herencia más nefasta del narcotráfico es la mentalidad del dinero fácil en los jóvenes.

¿Cree que la literatura tiene alguna función frente a esa realidad?
–La literatura no busca cambiar la historia ni que sirva como aleccionadora. Cuando uno escribe, está muy comprometido con lo literario, en tratar de sacar una historia adelante. Si tú no escribes una buena historia que atrape, que sea verosímil, pues no tendrá una trascendencia. Obviamente, hay un compromiso con el tema, hay que investigar.

La sombra de GGM
¿Qué piensa de la huella de Gabriel García Márquez?
–Fue un escritor que tuvo una particularidad: se convirtió en un clásico en vida. Permitió también mirar a Colombia como un terreno para la creación literaria. Es una suerte que tuvieron nuestros países. Le sucede al Perú con Vargas Llosa; y en Argentina, Chile y México. Son países que se les mira con atención, porque tuvieron a estos escritores en los sesenta.

¿Hoy en día, Gabo continúa ejerciendo un peso fuerte sobre los narradores colombianos?
–Es una referencia obligada. Es curioso porque cuando hablamos de literatura colombiana hay una tendencia a sacarlo de la lista porque se da por sobreentendido. Se pone primero a Fernando Vallejo, a Tomás Gonzales, y tenemos buenos cronistas y buenos poetas, por supuesto.

¿Usted continúa con la costumbre anual de releer a Juan Rulfo?
–Antes tenía la tarea anual de leer Pedro Páramo, pero ya está muy interiorizado. Me mostró todas las posibilidades literarias para el manejo del tiempo, escenarios, lenguaje, porque en Pedro Páramo con muy poco se dice mucho y al mismo tiempo tiene una belleza casi poética.

Tras Rosario Tijeras nos llegó un boom de novelas con personajes del narcotráfico. ¿Qué piensa?
–Tengo la teoría de que toda cultura tiene derecho a contarse a sí misma. Y contar la historia de Colombia sin contar el narcotráfico es contar un país que no existe. Pero hay que evitar generar apologías que generen un fervor por ese tipo de violencia. Más bien hacerlo de manera crítica y exponer los casos como fueron: que hubo víctimas, fue doloroso, hubo sangre y es una historia que no debería de repetirse. Pero cada cultura está en su derecho de contarse.

Datos
“Él es uno de los autores colombianos a quienes me gustaría pasarle mi antorcha”, dijo Gabriel García Márquez sobre Jorge Franco.
Rosario Tijeras (1999) ha sido traducida a más de 15 idiomas, tiene una versión cinematográfica y una teleserie.
Paraíso travel también fue llevada al cine.
Para El mundo de afuera, el autor se documentó con archivos periodísticos de la época y también de la Alemania de la era post-Segunda Guerra Mundial.
La banda sonora es variada, es Wagner, María Callas, el gusto por la música clásica, pero también hay mucho Beatles, Julio Iglesias, Nino Bravo, Palito Ortega, los cantantes famosos de esa época.

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