Avenidas de la memoria
Escribe: José Vadillo Vila
1. “Durante muchos años, el
Perú moderno, urbano y limeño trató con indiferencia a las regiones más
afectadas por la violencia, las más alejadas y pobres. Incluso cuando el
conflicto armado arremetió con fuerza en el corazón de las principales ciudades
a finales de la década del 80 e inicios de la del 90, fue difícil unificar las
experiencias y la memoria de la violencia de mundos tan distintos, al punto que
los íconos emblemáticos de las víctimas del conflicto hasta entonces cambiaron
repentinamente de color de piel, idioma y lugar de residencia cuando
aparecieron en las pantallas de TV”. (Informe Final de la CVR, Pág. 156).
Al mediodía del 28 de agosto de 2003, hace una década, el presidente de
la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR), Salomón Lerner Febres,
entregaba en Palacio de Gobierno los doce tomos y siete anexos del Informe
Final, tras 24 meses de trabajo. Los centros de poder político y económico
tomaron con pinzas el número de muertos y desaparecidos calculados por la CVR.
Eran peruanos que vivían en las zonas más alejadas y se apellidaban Quispe,
Huamán, Mamani, Taype, Yupanqui, Condori, Tintimari, Metzoquiari... pero
también hubo víctimas a la vuelta de la esquina.
2. Jueves 10 de octubre de
1991; cuadra 23 de la avenida Petit Thouars, Lince, Lima, oficinas de Cambio.
La periodista Melissa Alfaro Méndez, jefa de informaciones del semanario, abrió
un sobre bomba que le explotó y la mató. “Han pasado 22 años y hasta el momento
no se encuentra justicia para ella”, cuenta su hermana Iris, a quien nunca
dejará de temblarle la voz cada vez que recuerda los hechos.
Iris Alfaro será uno de los familiares de los casos sucedidos en Lima
durante esas dos décadas. Ofrecerá su testimonio en el proyecto las Rutas de la
Memoria, promovido por la Municipalidad Metropolitana de Lima (Munli) para
conmemorar la primera década del Informe Final de la CVR. “Sobre todo, para que
los jóvenes conozcan, porque sin memoria no podemos construir una sociedad real
y justa”, dice.
“El sentido del proyecto es que la ciudadanía haga memoria de los años
de violencia que vivió el Perú. Es muy importante para la vida social y cultura
del país, porque (esos años) modificaron nuestras costumbres, maneras de mirar
el país y la conciencia de la gente”, explica Pedro Pablo Alayza, gerente de
cultura de la Munli, que para este proyecto se asoció con los familiares de las
víctimas de la violencia y el Equipo Peruano de Antropología Forense (EPAF).
Natalia Ortiz Perea, del EPAF, subraya que con las Rutas de la Memoria
“queremos que la gente conozca esta parte de la historia del país para que no
seamos ajenos, evitar que se repita informando a más estudiantes y personas
inocentes, y no darle tribuna a grupos como el Movadef, que tratan de
justificar esos hechos violentos. No queremos repetir la violencia en la
historia”.
Cifra
69,280 personas, según el documento, fallecieron o desaparecieron como
consecuencia de la violencia que se vivió en nuestro país en los años ochenta.