El cantautor con sabor
José "Chaqueta" Piaggio cantaba con su guitarra en La Punta temas en inglés, y que cambió todo al
escuchar al gran Benny Moré, ahora presenta su tercer álbum donde resume su
amor por los sabores cubanos. (*)
Escribe: José Vadillo Vila / Ilustración: Tito Piqué
GUAJIRA PA' MI BARRIO
Por esas
casualidades que dinamitan la vida de uno, las dos canciones que promocionan en
internet su nuevo trabajo, "Guajira pa' mi barrio" y "A
Barranco", hablan sobre geografías limeñas con vista al mar emblemáticas
en la vida de nuestro Chaqueta.
En La Punta, nació y
vivió con intervalos, hasta los 21 años. Ahí paseaba con su guitarra, componía
en inglés, hacía covers del rock sicodélico de los setentas, también de Bob
(Dylan) y James (Taylor). Y tenía 16, 17 años, cuando hacía conciertos callejeros
gratuitos que se extendía hasta la madrugada en su barrio, en su malecón.
También en ese
apéndice distrito que es colofón y esencia de El Callao, su amigo, el Negro
Berenjena, le bautizó como Chaqueta, dizque porque era malo y no le ponía ganas
al billar, en el Club Regatas de La Punta. Cuando el sobrenombre corrió como
reguero en pólvora por el diminuto distrito, sólo le quedó reírse al flaco
Piaggio. Ahora hasta parece que está en su DNI. "Y la gente se lo dice con
tanto cariño que sería imposible que no me gustara", dice.
A BARRANCO
Chaqueta ha cantado
en muchas partes, pero su vida bohemia, su "locura", su canto están
ligados al Barranco de los ochentas, de inicios de los noventas. "El mejor
Barranco".
Su amigo, el
percusionista Miguel "Bam Bam" Miranda le animó a que pruebe suerte
en el Sargento Pimienta. Chaqueta se paraba en la escalerita al lado del
escenario y empezaba a improvisar cuando Félix Casaverde hacía sus solos. Y no
paró hasta que el guitarrista lo invitó al escenario con ovación del público.
Luego los martes de 1980 se hicieron de él, acompañado del percusionista
Chocolate Algendones y el guitarrista Pepe Díaz. Fue su primer trabajo
profesional.
En Barranco conoció
"a gente muy interesante": a hombre de pinceles, como el pintor Víctor
Humareda y Enrique Polanco, los poetas horazerianos, los cineastas.
"Han
desaparecido muchos locales que yo frecuentaba y cantaba. La época que yo viví,
me parece que fue mucho más viva. Mucha gente se ha ido, unos fuera del país;
otros, ya no están ya", dice impregnado en el aire cierta saludable
nostalgia.
ESPEJISMO
El Espejismo
(Cernícalo Producciones, 2012) de Chaqueta, que contó entre los invitados con
el guitarrista argentino Luis Salinas, tiene 10 canciones. "Las canciones
vienen a mí, muchas veces, después de mis experiencias o vivencias. Yo
reacciono así, con la añoranza". Chaqueta compone con relación a su
entorno, lugares y personas.
A la hora de
enfrentarse a un bolero, la cosa es distinta, advierte. Chaqueta se vuelca a
componer a la hora de la felicidad del enamoramiento y de las decepciones. Le
digo si hay que tener cierta actitud para embestir un bolero y hace pausa.
"Para mí es tan fácil cantar un bolero y tan hermoso, que me es sumamente
difícil que alguien pueda cantarlo".
Este hombre que
canta inconcientemente, mientras camina y va armando cosas que luego corre a
apuntar en notas, en el papel, para no olvidarse, cree que fue probablemente
escuchar a su padre en las noches tocando la armónica cromática para arrullarlo
con viejas canciones de María Grever y también el sonido del mar en La Punta,
los que despertaron en su alma la pasión por la música.
El roquero de aires
anglosajones falleció el día que le prestaron un elepé de Benny Moré. Los oídos
de Chaqueta llegaban curiosos porque empezaba a sonar también la salsa dura de
la Fania All Stars.
"Aparece Benny
y rompe mis esquemas. Me quedé tocado por su musicalidad". Y,
literalmente, Chaqueta tira al tacho sus composiciones en inglés, empieza a
improvisar y en forma latina. "Con esta música entro a mi idioma. Benny
Moré me trajo a la tierra".
Para Chaqueta, que
es especialista en los géneros musicales cubanos -chachachá, son, guajira,
rumba cubana-, y que ha impactado a los propios isleños, hoy en la misma se
vive un regreso, con el rock, con la salsa dura. Eso responde a fenómenos como
el éxito de Sabor y Control.
Chaqueta prefiere
hacer bailar a la gente, desde el escenario. Como bailarín, dice, deja mucho
que desear. Su pareja, Alina Gadea, es novelista. Pero dice que no viven los
típicos celos de los artistas, sino que todo lo comparten. "Compartimos
tanto su literatura como mi música. Ella es loca por la música y tiene un oído,
¡te silba Bach, Mozart! Y a mí me encanta leer. Acá disfrutamos el trabajo de
cada quien; y juntos, el trabajo de ambos".
(*) Publicado el viernes 14 de diciembre en el semanario Variedades, del diario oficial El Peruano.