Grandes timbres



Escribe: José Vadillo Vila
Fotos: Juan Carlos Guzmán, agencia de noticias Andina

Elegante como una noche de bohemia, aparece don Óscar Avilés, “La primera guitarra del Perú”. Preguntones por oficio, queremos que nos cuente sobre su participación en el disco Eternas glorias del criollismo. Entonces suelta su risa de chino pícaro, y canta a capella “Callao forever”, polca de Clemente Pedemonte, con música de Felipe Pinglo, dedicada a las estrellas del centenario Atlético Chalaco. “Para cantar polca, hay que sentirla. No sólo la polca, sino todos los temas deben ser estudiados por el intérprete para saber qué es lo que quiere el autor”.



Van llegando los invitados a su casa. Tocan el timbre y aparece Maritza Rodríguez, “La princesita de la canción criolla”, que en el álbum interpreta “Dolor y odio”, vals de Ángel Aníbal Rosado, de quien ella fue la voz preferida. Llega también doña Edith Barr, “La flor morena de la canción”, quien mantiene su voz grave, delicada y elegante.

“Deben haber buenas voces, pero en lo que no estoy de acuerdo es que ni bien salen cantando, se les diga a las chicas que eres preciosa, divina, magistral”, me dice doña Nedda Huambachano, que ha vuelto a radicar en el país, y canta en el disco “Mi pena”, de Lorenzo Humberto Sotomayor.



“Parece que estoy viviendo un sueño. Hasta ahora no reacciono”, dice Renzo Gil, productor del álbum, afinando la guitarra. “Es un hecho histórico que se haya podido reunir a grandes figuras de la música criolla. Ellos están con las voces y el entusiasmo de siempre y su amor a nuestra patria”.

Y no sólo habla de Avilés y los convocados de esta noche de fotos, sino de los desaparecidos Eddy Martínez, Pedrito Otiniano y Lucha Reyes; de los vigentes Eva Ayllón, Juan Mosto, Manuel Acosta Ojeda, Robertha, Los Mochicas. Criollísimos todos.

Mientras saltan los flashes,  Avilés y compañía cantan y sueltan su chacota fina y picante: “La mujer que esté penando y que pene por amor, para hallar su desahogo mientras más pene..., mejor”.



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