¡Su voz existe!

El domingo 09 de octubre se cumplieron dos años de la partida de Arturo "Zambo" Cavero, el cantante limeño considerado el más grande intérprete de la peruanidad, quien con el guitarrista Óscar Avilés registró diez álbumes para la posteridad. (Publicado el domingo 09 de octubre de 2011 en el diario oficial El Peruano).

 
José Vadillo Vila.-



El vía crucis personal de Arturo "Zambo" Cavero –del 25 de agosto al 9 de octubre de 2009–, cuando su vida pendía de un hilo en la unidad de cuidados intensivos del hospital Rebagliati, lo siguieron millones de peruanos con el alma en vilo. La obesidad mórbida, el buen comer, la bohemia y el gusto por los tragos cortos desde joven habían pasado factura al organismo del cantor limeño, quien tuvo la cualidad de movernos el alma a todos los peruanos.

Dos días después del fin, el cantante extralarge tuvo las pompas fúnebres dignas de la Mamá Grande de García Márquez: fue velado en el Museo de la Nación, tuvo misa de cuerpo presente en la iglesia de las Nazarenas (hogar del Señor de los Milagros, del cual era devoto) y luego, en el patio de Palacio de Gobierno, recibió póstumamente la Orden del Sol en Grado de Gran Cruz.


Un poco de su vida
Pocos sabían que el cantor de metro ochenta se llamaba Arturo Saturnino Cavero Velásquez porque para todos era el "Zambo" Cavero y punto. Más se conocía que era aliancista, exalumno labarthino, vecino de la cuadra 11 de la avenida Abancay y gourmet degustando el "cabrito de techo".

Este mestizo, como las mayorías nuestras, pregonaba: "Soy auténticamente peruano, de hondo sentimiento patriótico como el fundador del imperio incaico". Claro, su papá fue un cholo huaralino, taxista y respetado dirigente gremial, Juan Cavero Polán, y su madre, doña Digna Velásquez, una negra cañetana que lo llamaba Arturito y le preparaba desde sus primeros agúes mamaderas con caldo de cabeza de bonito.

Del jazz al vals
Se inició amando jazz, bossa nova y salsa, a los 18 años, en el local Negro Negro de la plaza San Martín. Y no faltó quien lo convenciera de que cantara música criolla. Y el "Zambo" se hizo el Rey de los Valses. Tenía todo el know how: sobrino de Augusto y Elías Ascuez, ahijado de Valentina Barrionuevo, había vivido jaranas, así que lo que salió fue puro sentimiento.

El resto es conocido: aunque maestro de escuela por vocación (con todo y cartón de magíster), hombre de izquierda y dos veces candidato sin suerte en la política, se hizo dupla eterna con el recorrido guitarrista Óscar Avilés, con quien de 1973 a 1983 grabó diez elepés en los que eternizaron en sus voces canciones que avivaron el fuego de la peruanidad, como "Esta es mi tierra", "Y se llama Perú" y "Contigo Perú", valses ya himnos, hechos a la calzatura de su inmensa voz.

Le faltaba un poco más de un mes para cumplir los 69 años, decíamos, cuando lo llamaron a cantar en el Panteón de los Héroes, a él, el más grande cantante de la peruanidad. "¡Perú querido y profundo, eres inmenso y con mi voz te llevaré por el mundo!", gritaba, grita y gritará siempre nuestro "Zambo" Cavero.

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