La duda ecológica


El escritor y periodista Martín Caparrós visitó 10 países para hablar sobre los supuestos efectos del calentamiento global. El resultado de este trajinar es Contra el cambio, un libro donde el argentino arma la polémica sobre el calentamiento global. (Publicado en diario El Peruano, el martes 30 de noviembre de 2010)

José Vadillo Vila.-

1. Hay que tener las ideas bien puestas para oponerse, para dudar de lo supuestamente obvio, digamos, por ejemplo, del cambio climático y de los ecologistas, los “profetas del desastre” o “ecololós”, como los llama el periodista y escritor argentino Martín Caparrós, quien duda en Contra el cambio (Barcelona, Anagrama, 2010). Y a muchos sacará roncha.

Caparrós toma un verso de T.S. Eliot que resume la duda permanente que exudan las 278 páginas de su nuevo libro: “Change changes”. “El cambio cambia”. O, como dice el gaucho, “los temas dominantes cambian mucho más que el clima”.

No es un desparrame de opiniones al libre albedrío contra este nuevo “apocalipsis de origen humano”, sino que el narrador, enviado por el Fondo de Población de Naciones Unidas, recorrió una decena de países, los “fines del mundo”, desde Australia a Níger, desde Marruecos a las islas Marshall, desde isla Zaragoza hasta Sidney, para dar forma al libro, buscando “historias de jóvenes afectados por la mayor supuesta amenaza contra el ecosistema: el cambio climático, o, si acaso, su manifestación más aterradora, el calentamiento global.” Y saca sus propias conclusiones.


2. Leer a Caparrós es un placer en estos tiempos de la híperbrevedad del twitter, de la supremacía de lo superfluo, de lecturas pobres y cultura audiovisual al límite. Siempre anda con un paso adelante en la crónica periodística, género donde es ícono en toda Hispanoamérica y más allá.

Este gaucho de bigotes a lo Óscar D'León va en un barco que cabecea sobre las olas del Amazonas mientras recuerda que la posibilidad de que el clima cambie, es una idea nacida en la Modernidad, a fines del siglo XIX. “Seguimos creyendo que nos suceden cosas que nunca sucedieron. No sabemos –no aprendemos a– vivir en la historia", dice y compara las cifras que se manejan sobre deforestación, sobre cantidad de CO2 por persona, las “predicciones” tomadas por obvias.

Sí, duda de los cálculos científicos mientras conversa con los jóvenes de las ciudades más pobres del planeta, los más perjudicados del cambio climático, “una especie de redundancia porque lo propio del clima es cambiar siempre”. “El método científico abandonó el ensayo y error, la búsqueda de la demostración –y se convirtió en democracia o estadística: si muchos lo piensan debería ser cierto”, dice recordando que los hombres de ciencia que denuncian los peligros del cambio climático reciben “mayor atención, dineros, privilegios, que los que hacen o dicen otras cosas.”

“El cambio cambia”. O, como dice el gaucho, “los temas dominantes cambian mucho más que el clima”.

3. El problema central para Caparrós es que desde el antropocéntrico siglo XX, tenemos “control y culpa, la soberbia” por creernos poderosos, que controlamos todo.
Dice: “No puedo negar –no veo por qué negar– que la atmósfera carga más gases de efecto invernadero de los que solía cargar y que la temperatura ha aumentado –muy poco– quizás por causa de ellos y que el nivel del mar puede subir y que los hielos árticos ya no son lo que eran. Entiendo que es un problema; no estoy seguro de que sea una catástrofe. La cuestión –para mí, por ahora– consiste en preguntarse qué significa preocuparse por eso tanto más que por otras cuestiones”.

“O, por decirlo de una manera bruta: ¿cuánta más gente van a matar de hambre –y la pobreza y la violencia inútil y las enfermedades inevitables– en los próximos treinta, cuarenta años, antes de que el cambio climático empiece a tener –si los tiene– efectos fuertes?”. Bienvenida la polémica.

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