Parque interior


Conozca el Parque Universitario de Lima.

Escribe: José Vadillo Vila


1.
Hasta el final de los tiempos, las manecillas del reloj siempre darán las campanadas un minuto antes que el minutero señale las 12:00. Y puntual, a las 8 de la mañana, mediodía, seis de la tarde y medianoche, sonará la primera estrofa del Himno Nacional. Como sucede desde 1923.

Desde hace seis años, Luis Sisniegas está a cargo del reloj del Parque Universitario de Lima. Es uno de los últimos relojeros de Lima. Creció rodeado de repuestos, porque su padre, Andrés, perteneció al Centro Relojero Suizo y ahora le arregla los relojes a San Pedro.

Sisniegas heredó su puesto de otros relojeros como Máximo Huamán, quien laburó aquí por tres décadas; o Javier Valverde, otro especialista en las manecillas antediluvianas.

A ellos les pasó la factura el dolor de las rodillas y la gravedad: hay que subir casi a diario 24 metros de altura hasta la sala de máquinas, donde reina el corazón del reloj mecánico de la marca alemana Jhungans.

“Aquí todo se debe calibrar. No se puede alterar nada”, explica Sisniegas. Hay que subir a la torre, ya que es un reloj de péndulo que se retrasa medio minuto cada siete días y dos veces a la semana se le tiene que dar cuerda.

Hay tres pesos de 50 kilogramos cada uno, que cuelgan hacia el segundo piso, como criadillas de un gigante, y deben de mantenerse siempre parejos, lejos del piso. “¡Es física!”, repite Sisniegas. Estos pesos presionan para que se mueva todo el sistema.

Lleva tres sistemas de nivelación y otro de “cargado” , por medio de 28 metros de cable de acero, para que cada manecilla de “cuarto”, “minutero”, “horario” haga su trabajo. Y que el “rodillo” se cargue con las “partituras” del Himno Nacional.

Arriba, en el altillo, están las 11 campanas que vibran por el golpe de 16 combas de hierro, y suman 2 toneladas de peso. Ellas dan las notas del Himno Nacional y, desde la última restauración del parque, en 2015, el Conservatorio Nacional de Música hace los ajustes.

El de la torre del parque es el único reloj grande de su tipo existente en el Perú, asegura Sisniegas. El de la Catedral de Lima funciona, pero es de tamaño más modesto.

Hay una placa que recuerda que la empresa Faber Castell restauró el sistema musical del reloj en el 2001. Ese año el conde Anton-Wolfgang von Faber-Castell subió a la torre para ver el funcionamiento.

Siénagas calcula que, al echarle ácido a las campanas, el sonido será más fuerte, pero para ello se tiene que solicitar permiso al Ministerio de Cultura, que tiene inventario del reloj.



2.
Conocer el interior de la torre del reloj será el principal atractivo de las visitas guiadas al Parque Universitario, que el Servicio de Parques de Lima (Serpar) lanzará este mes. Para ello, están afinando los permisos y las medidas de seguridad auditivas y de señalética. Solo podrán subir dos visitantes a la vez.

“Las visitas se realizarán los fines de semana y serán previamente coordinadas. Lo que se busca es poner en valor la tradición del Parque Universitario. Que los turistas dialoguen con la Historia. La municipalidad busca romper con ese paradigma de que los lugares públicos son peligrosos”, dice Derliz Guzmán Tejada, secretario general de Serpar.



3.
El Parque Universitario forma un corpus con la Casona de San Marcos. Fue escenario de acalorados debates universitarios y políticos durante el siglo XX. Como un déja vu de esa tradición, cada tarde, frente al monumento de Hipólito Unanue, se reúnen adultos mayores y ensayan respuestas ante los problemas del país.

Son tres monumentos y un busto. Los otros monumentos pertenecen al rector del Convictorio de San Carlos, Bartolomé Herrera (su estatua en bronce de 1922, contiene iconografía jesuita). La otra figura es la del “maestro de la juventud peruana”, Sebastián Lorente, el primer rector del colegio Guadalupe. Frente al Panteón de los Próceres, se ubica desde 2015 un busto del prócer Mariano Melgar.

El historiador Christian Chuquitucto recuerda que tanto el uso de la casona como sede de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, como el espacio adyacente como área verde, están ligados a la modernización de Lima que hizo el presidente José Balta en 1868, cuando se mandó derribar las murallas coloniales.

Al frente el edificio del antes Ministerio de Educación, hoy Ministerio Público, habla de armonía. Su fachada está pintada de ocre blanco con rojo, igual que la torre del reloj del parque y la iglesia de los Huérfanos.

En el parque, inaugurado como tal en 1921 por el alcalde Pedro Mujica, hoy los gatos se pasean. Ya son menos de 100: gracias a las políticas de adopción que propicia Serpar. Los gatos los aguardan entre los monumentos del parque.


(*) Publicado en el Diario Oficial El Peruano.

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