El primer solista

Este año se han realizado varios reconocimientos a Alberto Juscamaita, “Raqtaco”. Él inició la historia la música ayacuchana para la guitarra, antes que Raúl García Zárate. Fue el mejor de su época, en tiempos de serenatas y bohemia en Huamanga. A sus 91 años, el maestro está en Lima y continúa sacándole secretos al instrumento de la seis cuerdas. (*)



Escribe: José Vadillo Vila
Fotos: Juan Carlos Guzmán


Su nombre es leyenda. Alberto Juscamaita Gastelú es el génesis. Fue el primer solista de guitarra ayacuchana. "El primer solista de guitarra folclórica". O "el primer guitarrero", como se define.

Empezó a tocar en tiempos cuando radios, televisores, refrigeradoras eran objetos de ciencia ficción. Sólo bastaba una botella de cañazo combinado con su cola (gaseosa) sobre la mesita de una cantina y luego tocaba en esas noches de bohemia en Huamanga que ya no están. Ahora, sólo a veces y por cortesía, toma una copita de vino.

Acaba de cumplir en agosto 91 años y una boina le abriga las ideas aunque hace un sol tibio afuera, en las calles de La Victoria. Por las mañanas, por una horita, en una silla debilucha se sienta para volver por el camino tantas veces surcado del diapasón de su guitarra. "Es una guitarrita", me dice como disculpándose. Una guitarra sencilla de esas que cuestan pocos soles, pero ahí plasma el legado de su toque que persiste a pesar de los vallejianos golpes de la vida.

La guitarra de concierto que tenía la regaló a alguien cuando sufrió el derrame cerebral que le produjo una parálisis que le afectó medio cuerpo. Y Juscamaita paró por años. Ocho años, ni más ni menos.

Un día, en Cusco, donde ha vivido autoexiliado cuatro décadas, después de vivir 15 años en Lima y no volver a su tierra, aparecieron dos japoneses, uno de ellos, el guitarrista Shin Sasakubo. Estaban emocionados de dar con él. El maestro estaba deprimido, no quería tocar, pero sus amigos le decían que sí podía y Sasakubo también le dio ánimos, le regaló la guitarra de concierto que llevaba. "Le voy a buscar en un año y tiene que estar tocando, maestro". Cuando volvió, "Raqtaco" se ha inventado un toque que empezaba a dominar, con el pulgar y el dedo índice pulsa la guitarra mientras la mano izquierda funciona perfecta para fabricar sobre el diapasón los acordes.

Desde julio, vive con su esposa Doris Espinoza, una cusqueña con la que comparte su vida hace cuatro décadas, en dos cuartos de que le alquilan los amigos, a unas cuadras de la comisaría "Apolo".

-Tú eres Matusalén, me dicen, pero llegar a los 91 años es doloroso, es sufrimiento, es horrible mi vida, más todos los males que se presentan y las operaciones. La salud me está minando.

El año pasado Juscamaita retornó a Ayacucho después de cuatro décadas de vivir alejado, de su autoexilio de la tierra que más le inspiró. Preguntó por muchos amigos, y casi ninguno de los músicos ayacuchanos de su generación queda. Menos están en actividad.

"Raqtaco" nació en 1921 en Huamanga y desde los ocho años de edad está enamorado de la guitarra. Allá en el barrio de San Blas, barrio de artesanos donde creció, empezó a dedicarse a las seis cuerdas. Cerca de casa vivían unos constructores de guitarra, los Camasca, a los que siempre iba a aguaitar cómo tocaban.

A los 15 años empezó a hacer conciertos, recuerda, a ser un guitarrista reconocido. "Empezó mi época de oro". Le llamaban para dar serenatas y frecuentaba las cantinas, donde lo escuchaban respetuosamente. Recuerda a la gente llorando por sus toques de este músico sentimental.

Aunque dice que nunca grabó formalmente un disco, ha alternado con muchas figuras de la música peruana como el quenista Alejandro Vivanco, el arpista Florencio Coronado, el violinista Armando Guevara Ochoa y el Dúo Hermanos García Zárate y muchos más.

"He sido el mejor en mi época, como otros lo han sido en su tiempo. Ahora tenemos grandes músicos que saben mejores técnicas. Yo fui autodidacta, no conozco de pentagramas, soy músico intuitivo..."

Ha sido maestro de maestros. Y sus arreglos han aportado a darle un nuevo sentido guitarrístico a la música ayacuchana. Dicen que fue el primero en estilizar el huaino "Helme", en adaptar el redoble de las campanas de las 33 iglesias tradicionales de Ayacucho, en buscar nuevas sonoridades afinando la guitarra en Sol menor o Re menor, para los huainos huamanguinos, y en Mi, para las melodías campesinas. Sí, Raqtaco cantaba muy poco; acompañaba, eso sí.

"He sido el mejor en mi época, como otros lo han sido en su tiempo. Ahora tenemos grandes músicos que saben mejores técnicas. Yo fui autodidacta, no conozco de pentagramas, soy músico intuitivo, aprendí al oído. Todos son grandes talentos". Hasta el Cusco, siguiendo el fantasma de su fama, llegaron a lo largo de los años muchos guitarristas ayacuchanos, como Manuelcha Prado, Julio Humala y otros. Muchos jóvenes también lo siguen buscando. Y él no ha grabado discos formales.

Inclusive le enseñó "indirectamente" a Raúl García Zárate, a quien le lleva 12 años. "Le enseñé indirectamente, no fue mi alumno, sino que de niño se sentaba y me escuchaba", dice. Porque muchas veces el hermano mayor de don Raúl, Neri, lo invitaba a casa y le hacían interpretar melodías, los arpegios, preludios, intermedios y bordoneos, cuentan. Ahora son buenos amigos. Y Raúl García Zárate dice que sí, que escuchaba a Juscamaita cuando niño. "Nunca miraba cómo tocaba, sino que escuchaba para captar la melodía y para que no me digan que le estoy imitando", dice.

Fueron amigos le pusieron el apelativo de "Raqtaco". En quechua, "raqta" quiere decir "grueso". Dice que como de chico le gustaba el fútbol y tenía el cuerpo grueso, y no era el hombre delgado que es ahora, le pusieron como sobrenombre "Raqtaco". Otros lo refutan, fue su chapa de bohemio serenatero, "Raqtaco" por sus labios gruesos.

Intérprete sobre todo, también ha sido compositor aunque "con modesta afición". Urpicha del Perú y Amanda Portales han grabado sus temas. Y su gran éxito tal vez sea "Huamangallay".

Busca una hoja. Me la alcanza. De su puño y letra está el poema "Yo soy aquel guitarrero", tal vez la esencia de su pasión. "Yo soy aquel guitarrero que vive/ en las seis cuerdas de la guitarra / Do, Re, Mi, tonos que despiden sonoridad / Digitadas en el diapasón regulador".

Siempre le gusta escribir "algunas cositas", cuenta, leer poesía, "cosas que me aumenten un poquito mi conocimiento". Su pensión de jubilado de 500 nuevos soles le permite a él y su esposa comer, y sus amigos se han hecho cargo de pagar el cuartito, decíamos, ahora que ha decidido radicarse en Lima.

Agradece que se hayan acordado de él, que estaba tan olvidado, que hayan buscado "al tronco Juscamaita" en esta historia de guitarristas. "Y una tarde de sol me cubrirán de tierra, con mis manos cruzadas sobre mi pecho", cierra su poema, "un abrazo, un suspiro ¡Adiós!"
 
 
(*) Publicado el lunes 14 de noviembre de 2011 en el semanario Variedades del diario oficial El Peruano.

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